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Lo que se aprende bien

11 de enero de 2018

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Llegamos al 2018. Un clima con algo de frío nos ha hecho sentir como privilegiados climáticos en medio de un mundo que ya ha anunciado sus primeros terremotos –cercanos por cierto– como el de la costa hondureña que se hizo sentir en algunas partes del territorio occidental de Cuba.

Pero también el nuevo año vino con ejemplos de cómo, lo que se aprende bien, se puede conservar aún en medio de difíciles circunstancias acompañadas de amenazas llenas de peligro.

Y digo lo de “aprender bien” porque la vida muestra que hasta para apretarse los pantalones es necesario aprender bien a hacerlo.

La resistencia como medio y valor para enfrentar peligros, es una virtud que se cultiva y se curte cuando la vida la muestra como principal opción para no claudicar.

El ejemplo cubano es quizás el más abarcador en lo que respecta a no ceder ante presiones ni rendir las armas aunque el enemigo sea superior en hombres y medios.

Fidel, nuestro Comandante en Jefe, fue un verdadero genio en inculcar al pueblo la seguridad de que se puede vencer sin usar una sola bala y se puede avanzar en un proyecto social que nada tiene que ver con los impuestos a este mundo desigual durante siglos.

Conciencia y resistencia, valor y convicciones nos han traído hasta este nuevo año, para transitar ya el camino todavía espinoso, pero seguro, de los primeros 60 años de la Revolución triunfante de aquel enero de 1959.

En casi seis décadas Cuba construyó un modelo inclusivo para que aquellas mayorías hambrientas, pobres y analfabetas, se convirtieran en protagonistas de su propia obra, a sabiendas, como lo advirtió Fidel, que luego del triunfo vendrían los sacrificios mayores.

Así estamos hoy, enfrentados con problemas económicos reales producidos por una medida impuesta por quienes se imaginaron que Cuba no resistiría si el vecino del norte la bloqueaba económica y financieramente.

También hay problemas no vinculados directamente al bloqueo, sino de carácter interno, creados por deficiencias propias de un proceso único que se construye a cada momento y la experiencia no es otra que la propia de los protagonistas.

No obstante, hasta los críticos e, incluso, algunos enemigos, no pueden menos que reconocer el aporte de Cuba en el ámbito social, cultural, deportivo.

Cuba ha aprendido bien las en enseñanzas de quienes nos guiaron hasta aquí y ahora, en el año en que la generación histórica dejará de conducir los destinos del Estado y Gobierno, estaremos seguros que quienes ocupen esos cargos son personas de generaciones formadas por esos líderes que nos han pilotado victoriosamente.

En mi opinión, es ahora el momento de tener muy presente y aplicar en toda su dimensión el concepto de Revolución enunciado por Fidel.

Se trata de un año en que debemos estar más unidos que nunca, sin fisuras de ningún tipo, ejerciendo la crítica pero aportando soluciones.

Llegaremos a las seis décadas con la ventaja de haber tenido un Fidel que aunque físicamente ya no está, lo tenemos a nuestro lado en cada momento, en cada obra, en cada recomendación para no claudicar.

Estamos aquí con la advertencia de Che de “no dar al imperialismo ni un tantito así”. De no haber cumplido la máxima del Guerrillero Heroico, hubiésemos cedido a los principios de soberanía e independencia, hoy no estaríamos festejando un año más de la Revolución, ni tampoco haber cosechado los triunfos que hoy nos han llevado a ser ejemplo en educación, salud, protección social y otros indicadores.

Hemos aprendido bien la obra trazada por Fidel y ahora son las nuevas generaciones las encargadas de llevarla adelante y perfeccionarla, pero con la misma convicción de nunca traicionar al pueblo y siempre estar a su lado sin permitir una flaqueza ni una división aupada por el poderoso enemigo que nos asecha.

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