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Lo que parece

2 de septiembre de 2020

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Hace un año, la adolescente sueca, autista, Greta Thunberg conmovió con su discurso ante Naciones Unidas, donde recriminó a los líderes mundiales su falta de voluntad para actuar en contra del cambio climático.
“Estamos en el inicio de una extinción masiva y, sin embargo, de lo único que ustedes hablan es de dinero. Nos están fallando. Muchos sufren y mueren y ustedes –subrayó– solo hablan de dinero”.
Declaró también sentirse “triste y enfadada” y aseguró que la propuesta de reducir las emisiones contaminantes a la mitad para evitar que la temperatura del planeta aumente por encima de 1,5 ºC es insuficiente y no es aceptable para los jóvenes, que tendrán que “vivir con las consecuencias”.
La preocupación de la activista sueca por el cambio climático ya se manifestó hace seis años, cuando solo tenía 11 años de edad y un profesor puso en clase unos impactantes vídeos sobre los efectos del calentamiento global. A sus compañeros de clase la conmoción les duró algunos días, pero ella se sumió en una depresión que le hizo perder el apetito durante al menos dos meses. Adelgazó 10 kilogramos.
El hecho quizás no hubiera pasado del momento, pero el presidente norteamericano, Donald Trump, un serio destructor del planeta, se burló del discurso, cuestión que provocó gran indignación entre muchos y otros no tanto como el actor defensor activo del medio ambiente Leonardo DiCaprio, quien se reunió con Greta.
Desde entonces el movimiento juvenil contra el cambio climático se ha intensificado, incluso en medio de la pandemia de la COVID-19, mal atendí principalmente en las naciones con gobiernos que mantienen una economía neoliberal.
Otro pionero que utilizó su influencia para advertir sobre el peligro del cambio climático fue el astrofísico y divulgador Carl Sagan, conductor del famoso programa de ciencias Cosmos. “Hay un factor adicional que puede alterar el paisaje y el clima de la Tierra: la vida inteligente, capaz de realizar cambios ambientales en gran escala”, decía en su libro de 1980 que le dio nombre a la serie.
“El medioambiente de la superficie de Venus es una advertencia: algo desastroso puede ocurrirle a un planeta bastante parecido al nuestro. Las principales fuentes de energía de nuestra actual civilización industrial son los llamados carburantes fósiles. Utilizamos como combustible madera y petróleo, carbón y gas natural, y en el proceso se liberan al aire gases de desecho, principalmente CO2. En consecuencia, el dióxido de carbono contenido en la Tierra está aumentando de un modo espectacular. La posibilidad de que se dispare el efecto de invernadero sugiere que tenemos que ir con cuidado: incluso un aumento de uno o dos grados en la temperatura global podría tener consecuencias catastróficas”.
La ola de calor proveniente del Sáhara que ha afectado Europa tuvo un efecto devastador en los hielos de Groenlandia donde el 56% del territorio está siendo afectado por el derretimiento de hielo, llegando a perder 11 000 millones de toneladas en un día y 160 000 millones de toneladas de hielo en un mes, según ha informado la portavoz de la Organización Meteorológica Mundial de la ONU, Clare Nullis.
El proceso inició en mayo con temperaturas que constantemente se han mantenido sobre la media y los expertos avizoran que este año se superarán los niveles de deshielo de 2012, cuando se llegaron a los 250.000 millones de toneladas de agua.
Otras zonas del Ártico, como Alaska, Canadá o Siberia, están experimentando inusuales temperaturas, en algunos casos de hasta 34 grados. Las consecuencias de lo que ocurre actualmente en Groenlandia afectarán a todo el mundo, debido a que el derretimiento inundará las aguas del Atlántico Norte con agua dulce, causando así lluvias torrenciales en zonas templadas del Hemisferio Norte.
Por otra parte, el agua producida por el derretimiento de hielo añadirá más de un milímetro a los niveles globales del mar, aunque los países en los trópicos podrían sufrir un aumento de dos o más milímetros.
Y, como ejemplo recurrente, recordemos la escena cumbre del cuento de Hans Christian Andersen “El traje nuevo del emperador”: la muchedumbre aplaude enfervorecida cuando el monarca desfila por las calles en paños menores. Solo un crío pequeño y harapiento se atreve a decir la verdad: “¡Está desnudo!”. Es exactamente lo que ocurrió con Greta Thunberg. Solo esta niña, con su chubasquero amarillo y su pancarta de cartón, se atrevió a criticar los pomposos discursos sobre el cambio climático de los grandes de este mundo y decir que es solo palabrería vacía. Y aunque no sea exactamente así, se ha hecho tan poco que así parece.

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