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Lo de Ríos no es para reírse

18 de junio de 2013

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Cuatrocientas setenta y dos masacres en apenas 16 meses de gobierno es mucho genocidio para una sola figura, el hoy anciano y con apariencia serena y bondadosa Efraín Ríos Montt, a quien le fue revocada una merecida y larga sentencia, cuando parecía que, por primera vez, un sátrapa guatemalteco iba a ser justamente condenado por sus crímenes.
Contábame mi hija de los relatos de campesinos que perdieron a casi toda su familia a manos de esbirros en Huehuetenango, donde integró una brigada médica cubana que laboró allí durante dos años. Precisamente, en ese departamento, la desnutrición alcanza al 91% de los menores de cinco años.
El colega Joaquín Rivery cita en Granma Internacional las palabras textuales del ex dictador, cuando fue interrogado al respecto: “Hubo desmanes, pero yo no estuve enterado”, lo que recuerda el pretexto de cualquier burdo delincuente por sus delitos: “Me hicieron maraña”.
A Ríos Montt solo se le juzgó por apenas 15 masacres, y se pretendía con ello exonerar al resto de los gobernantes autores del gran genocidio, al tiempo que constituyó una burla para tantos familiares y el resto de los testigos.
Lo cierto es que Guatemala ha sido uno de los países más castigado por las acciones terroristas y de los anteriores malos gobiernos, que la sumieron en contiendas fratricidas con un saldo de un cuarto de millón de muertos en unas dos décadas, luego del derrocamiento del presidente Jacobo Arbenz por mercenarios al servicio de Estados Unidos.
El cuadro que presenta Guatemala es tétrico, comparable al de los peores países africanos: desde hace más de cinco años vive prácticamente en un estado de calamidad pública por la crisis alimentaria, que afecta en gran medida a 154 000 familias y ha cobrado la vida de centenares de niños.
Inestabilidad ministerial, violencia de los grupos narcotraficantes y escasez de recursos, con el lastre de la siempre presente corrupción oficial, lastran la lucha en este campo, todo agravado por leyes estaduales norteamericanas respecto a la inmigración y la caída del envío de remesas del exterior.
Inundaciones y sequías, la precaria situación mundial y el alto precio de los alimentos son añadidos importantísimo en este cuadro al que tuvo que enfrentarse el anterior gobierno de Álvaro Colom y ahora su sucesor, Otto Pérez Molina, quien dio un primer paso con el programa Hambre Cero.
Difícil camino espera a quienes tienen la obligación de ir borrando desigualdades en un territorio donde casi el 60% de sus 14 millones 388 929 habitantes (censo del 2010) vive por debajo del umbral de la pobreza y más del 15% está en la indigencia  El 75,6% de los pobres son indígenas.
Pero también será difícil el camino para juzgar y condenar a los culpables de tantos crímenes contra el pueblo guatemalteco, como Efraín Ríos Montt, quien sigue en la mirilla, porque también hay un segundo proceso por el asesinato de 250 indígenas en El Petén, zona controlada actualmente por las mafias mexicanas del narcotráfico.

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