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Limpiando la casa

13 de julio de 2013

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Asombrados quedamos cuando comprobamos los más recientes avances chinos, dejando atrás en numerosos acápites a Estados Unidos y otras desarrolladas naciones industrializadas capitalistas, hoy inmersas en una crisis sin fin, mientras el gigante asiático que construye el socialismo la enfrenta y augura el lugar cimero económico mundial.
Pero no vamos a considerar números y otras estadísticas que corroboran lo anterior, porque la dirigencia china no se duerme sobre esos laureles y, con el Partido Comunista como vanguardia natural, ya está emprendiendo medidas para, como declaró su secretario general, Xi Jinping, llevar a cabo una “limpieza exhaustiva” de estilos de trabajo indeseables como el formalismo, la burocracia, la laxitud y el derroche, cuatro jinetes apocalípticos que, asociados, si no conforman por lo menos contribuyen en gran medida al mal mayor de la corrupción.
Ello va acorde con el principio sustentado por esta y anteriores dirigencias de que el socialismo con características chinas es la única vía para lograr el bienestar del pueblo, y alertaron que hay que estar preparados para eliminar obstáculos, problemas, riesgos y  desafíos, así como enfrentar situaciones impredecibles.
Por una parte, y pese a los logros de todo tipo y la práctica de una política de paz para consolidarlos y hacerlos avanzar, la principal amenaza externa sigue siendo la política norteamericana contra los países emergentes y que tiene a la República Popular China en su punto de mira. .
No importa que hace poco menos de dos años, el entonces presidente chino, Hu Jintao, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, se comprometieron a trabajar juntos para construir una asociación cooperativa basada en el respeto y beneficio mutuos, a fin de promover los intereses comunes de ambos países y aprovechar las oportunidades y enfrentar los desafíos del Siglo XXI.
Hay que destacar el esfuerzo de Hu para que los vínculos hayan llegado a un nivel sin precedentes en términos de frecuencia, esfera y profundidad, y al respecto la agencia noticiosa Xinhua dijo que esas relaciones son como un barco que navega en el mar.
“Los tres Comunicados Conjuntos, las directrices de las relaciones bilaterales, definieron el comienzo de la ruta del crucero. Cada reunión importante y cada declaración emitida por los líderes actuales y anteriores de los dos países han dejado marcas diferentes en la ruta. Desde el pasado, al presente y hacia el futuro, estas marcas garantizan que las relaciones chino-estadounidenses avancen a salvo sin importar cuál sea la situación internacional”, sentenciaba optimista.
Pero, a pesar de ello, hay que indicar la gran diferencia entre las respectivas dirigencias, incluso la actual de Xi Xinping, y la de Obama.
China comprende que solo un ambiente pacífico propicia el avance hacia el socialismo, por lo que aboga por el respeto y beneficio mutuos para lograr un desarrollo sostenible.
Pero Estados Unidos es otra cosa, independientemente de las posibles buenas intenciones personales de Obama y de su comprensión de que solo vínculos estables pueden incluso sacar a su país del marasmo económico.
Quienes manejan realmente los hilos (¿cadenas?) de poder no quieren comprender que, en el mundo actual, los países se están volviendo cada vez más interdependientes, raramente se levantan o caen solos, ni un solo país puede lograr la prosperidad sin cooperación internacional, ni sobrevivir.
Esto, recalcamos, es un gran obstáculo para la necesaria paz que tanto defiende la dirigencia china, que debe complementar su quehacer, para hacerlo consecuente, sin fisuras, con la ya nombrada “limpieza en casa”.
Tal campaña es tan importante que podría consolidar las bases y posición del Partido Comunista de China como el gobernante de la nación, estimular su creatividad, cohesión y capacidades de combate, mantener su naturaleza avanzada y pureza y ayudar a ganarle la confianza y el apoyo del pueblo.
Ya esta campaña comenzó en este mes de julio, bajo un contexto metafórico planteado por Xi para todos los militantes: Mirarse al espejo, asearse y bañarse, con el fin de poder buscar soluciones y mantener entrañables las relaciones entre los militantes y el pueblo en general, recalcando que hay que introducir reglas nuevas, mejorar las existentes y anular las obsoletas, sin que se hagan excepciones cuando se apliquen.
Solo así se podrá limpiar la casa, como medida necesaria para construir el socialismo con especificidades propias y, con esa fuerte base de paz, desarmar y anular al siempre amenazante Imperio.

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