ribbon

Lima, una esperanza difícil

3 de diciembre de 2014

|

Por estos días Lima, la capital de Perú, es sede de otra conferencia más para el análisis de los problemas que está causando el cambio climático.
Y no digo lo de “otra conferencia más” como un calificativo despectivo sobre lo que allí se discute. Más bien lo hago para recordar cuántas cumbres, convenciones, talleres, encuentros y otras citas se han celebrado en las últimas décadas sobre el mismo tema; y sopesar tales eventos con los ínfimos avances que se alcanzan sobre el tema.
Se sabe, por ejemplo, que cada año mueren más de cinco millones de personas debido a los efectos negativos del cambio climático y la economía basada en el uso intensivo del carbono.
Sin embargo, la realidad muestra a un mundo desarrollado donde cada año se producen millones de automóviles con motores contaminantes y las enormes plantas industriales lanzan una agresiva dosis de humo hacia la atmósfera.
La economía mundial, afectada por una grave crisis, pierde por concepto del cambio climático no menos de 1,2 billones de dólares al año, según advierten especialistas de la ONU.
Y lo que es peor: en los países más pobres, las pérdidas económicas son enormes, y podrían llegar a un 11% del PIB como promedio en el año 2030.
Otro ejemplo: el volumen de hielo en el Ártico se ha reducido un 36% en la temporada de otoño, lo que conlleva a la elevación del nivel de las aguas y las consecuentes afectaciones a poblaciones costeras, principalmente en las islas.
La actual reunión que sesionará en Lima hasta el 12 de diciembre con representantes de 194 países, es la 20 Conferencia Internacional sobre el Cambio Climático.
Allí se trata, una vez más, de acercar posiciones para obtener un acuerdo en 2015, que permita reducir emisiones de gases contaminantes, según refleja un despacho noticioso de PL.
Los riesgos de que la influencia humana continúe provocando impactos adversos al clima y la necesidad de políticas locales que comprometan a gobiernos e instituciones para poner freno a las ya avanzadas consecuencias del cambio climático, vuelven a ocupar espacios en el debate internacional de expertos y funcionarios.
En la capital peruana, esta semana, deberá definirse el nuevo acuerdo global, vinculante, basado en principios de equidad y desarrollo, que finalmente debe ser rubricado en la Cumbre de París en 2015 para su entrada en vigor a partir de 2020.
El proceso negociador, iniciado hace varios años, no ha encontrado verdaderos compromisos de aporte financiero de los países ricos, los más contaminantes, en apoyo a las naciones pobres que sufren del problema y no cuentan con recursos para afrontarlo.
Estas citas a favor de la existencia y preservación de la especie humana me recuerdan las otras muchas que debaten cada año sobre el hambre en el mundo.
Muchos discursos y pocos compromisos, mientras en el planeta hay más de mil millones de hambrientos y el sistema capitalista predominante prefiere poner dinero sobre la mesa para rescatar bancos que para brindar alimentación y salud a los más necesitados.
La actual Conferencia sobre cambio climático en Lima, Perú, debe convertirse en una esperanza posible, donde los aportes y las soluciones verdaderas prevalezcan por encima de los grandes discursos y las nuevas convocatorias a interminables reuniones.

Comentarios