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Las vacunas, las patentes y las sanciones unilaterales

11 de mayo de 2021

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Mucho se habla en estos días acerca de la injusta y desequilibrada distribución mundial de las vacunas anti COVID-19, que han sido prácticamente secuestradas por algunos de los países capitalistas desarrollados y por sus consorcios farmacéuticos, que aumentaban sus ganancias con ese comercio voraz.

Como consecuencia de ello, ha surgido también el tema de las patentes registradas por dichas vacunas y su abolición o suspensión, que sería indispensable para poder asegurar la tan reclamada distribución justa y universal, así como la posibilidad de fabricación de esos fármacos en la mayor cantidad de países que contaran con la tecnología y los conocimientos científicos requeridos.

Menos se habla, sin embargo, de las decenas de países del mundo que en estos momentos son víctimas de sanciones económicas, financieras y comerciales por parte de grandes potencias capitalistas, especialmente por parte del gobierno de Estados Unidos, -en la difícil coyuntura sanitaria y epidemiológica que hoy atraviesa la humanidad, y de la cual aun no se contempla una salida definitiva a corto plazo.

Las ilegales y unilaterales sanciones que los sucesivos gobiernos imperialistas de Estados Unidos y sus socios de la Unión Europea han estado imponiendo a los pueblos que se niegan a alinearse con sus posiciones políticas y económicas imperiales y neoliberales, se ven acrecentadas en su carácter criminal y genocida, sin argumento que las justifique y en violación flagrante a todo lo que establecen la Carta de las Naciones Unidas, la Convención de Viena y toda la profusa legislación internacional que regula estos aspectos, particularmente el derecho internacional humanitario.

La pandemia de COVID-19 ha estallado en medio de esa cruel atmósfera de sanciones y bloqueos, que se caracterizan por ser ejecutadas por los poderosos contra pueblos más débiles, pero no ha logrado aún que los victimarios sean capaces de ceder –al menos en cuanto a lo relacionado directamente con la pandemia– por lo cual las medidas unilaterales de agresión económica, sumadas al peso de la deuda tampoco aliviada y al intercambio desigual tradicional, se convierten en verdadera tragedia para el mundo.

Posiblemente el más terrible ejemplo de todo lo anterior es la llamada Ley Helms-Burton, que aprobó el Congreso de Estados Unidos en 1996 y codifica en ese solo cuerpo supuestamente legal dentro de los límites del Imperio pero con notoria extensión extraterritorial, a las sanciones y medidas económicas unilaterales y los proyectos de intervención política que conducirían a la desaparición de Cuba como país libre e independiente.

A ese engendro único en el mundo y totalmente vigente, se unen las 234 medidas contra el pueblo de Cuba que el régimen de Trump le añadió en cuatro años de mandato reciente.

La Asamblea General de Naciones Unidas se ha pronunciado en 29 ocasiones sucesivas, alcanzando de hecho la unanimidad, contra semejante y peculiar legislación intervencionista que viola abiertamente todo lo que hay establecido. El Congreso y el gobierno de Estados Unidos guardan silencio al respecto, mientras pretenden dar ridículas, engañosas e hipócritas lecciones sobre derechos humanos al resto de la humanidad.

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