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Las Malvinas y el Telegraph

11 de enero de 2014

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El diario británico The Daily Telegraph reveló un sondeo según el cual la mayoría de los británicos favorece una salida negociada al conflicto entre el Reino Unido y Argentina en torno a la soberanía de las islas Malvinas, Sandwich y Georgias del Sur.
El 74 por ciento de los encuestados se pronunciaron a favor de conversaciones entre las partes e incluso vieron con buenos ojos que su país devuelva esos territorios.
Más de 26 mil británicos participaron en la encuesta, muchos más que los mil 513 isleños de las Malvinas que en referendo unilateral organizado por Londres para mantener el estatus colonial de esos territorios.
A la par con el sondeo del Telegraph, voceros argentinos han reiterado que su país nunca más va a ir a una guerra por esos archipiélagos ubicados en el Atlántico sur, que Buenos Aires seguirá reclamando en los foros internacionales en busca de una solución bilateral.
Ello a contrapelo de los millones de libras esterlinas que Gran Bretaña gasta en una gigantesca base militar para detener una eventual invasión argentina contra las islas.
Claro que esos fondos tendrían mejor destino si se dedicaran a atenuar los recortes de gastos en salud pública que afecta a millones de ciudadanos británicos, víctimas de la recesión económica y de las políticas de ajuste.
En 1833 invasores de la Armada británica expulsaron a las autoridades y población de ese archipiélago, ubicado a 14 mil kilómetros de las costas del Reino Unido.
Mucho han cambiado las cosas desde que la dictadura argentina decidiera la recuperación por la vía de las armas.
Entonces el país estaba aislado internacionalmente, señalado por los crímenes de lesa humanidad cometidos por el gobierno militar de facto. Tampoco había encontrado su inserción en la economía internacional. Para la época el conflicto era bilateral. Ya no es así.
Hoy la voz de Argentina resuena en los diversos espacios y organizaciones internacionales, donde goza de respeto y reconocimiento. Lo ha dicho la presidenta Cristina Fernández: “soberanía, con paz”.
Argentina es, por otra parte, uno de los principales productores de alimentos del planeta, mientras que países como Chile, Uruguay y Brasil impiden el atraque en sus puertos de buques con bandera de conveniencia de Malvinas.
Ello le da una connotación regional al diferendo, cuando además esos gobiernos han establecido mecanismos de comunicación y denuncia cuando buques británicos o de otras banderas transportan equipos para la prospección y explotación petrolera en el territorio en disputa.
El pasado año el canciller de Argentina, acompañado por delegados latinoamericanos y caribeños, renovó gestiones ante el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon.
Participaron en la reunión los titulares del Exterior de Cuba y Uruguay, Bruno Rodríguez y Luis Almagro, cuyos países ocupaban la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) y del Mercado Común del Sur (Mercosur), respectivamente.
También el vicecanciller peruano, José Beraún, por la presidencia pro témpore de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur).
Los representantes de esas organizaciones manifestaron el respaldo de Latinoamérica y el Caribe al reclamo de Buenos Aires para que Gran Bretaña acepte negociar la soberanía de las Malvinas, puntualizó la embajadora.
Resultó inédito y extremadamente importante ese acompañamiento ante el Secretario General de las Naciones Unidas, a quién se le vuelve a solicitar sus buenos oficios. También ante el Comité Especial de Descolonización de la ONU, donde radica el examen anual del conflicto.
La cuestión Malvinas es una de las formas de colonialismo al que debe ponerse fin, es una disputa de soberanía e implica el respeto al principio de integridad territorial. No se trata de la autodeterminación de un pueblo, porque esa población no es preexistente y sí trasplantada por una potencia que usurpó ese territorio en 1833.
Habría que ver la lectura que hace Londres de la encuesta del Telegraph. Quizás sea hora de declinar la prepotencia imperial y hacer de la mesa de negociaciones, entre iguales, el mejor escenario para resolver este vestigio colonial.

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