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Las armas siguen sueltas en Estados Unidos

13 de junio de 2016

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Un joven norteamericano de 29 años que, según su padre, era opuesto a la homosexualidad, y que compró legalmente en Estados Unidos varias armas en la última semana, ha cometido una verdadera masacre en la ciudad de Orlando, Florida, con el trágico resultado de 50 personas muertas y otras 53 heridas.
El atacante, identificado como Omar Mateen, también murió en el incidente, descrito como el peor tiroteo masivo en la historia reciente de esa nación.
Un despacho de BBC Mundo refiere que Estados Unidos no es ajeno a este tipo de tiroteos, pues solo el pasado año se produjeron 372 de carácter masivo.
Resulta incomprensible que un país con tantas tragedias causadas por el uso y abuso de armas de fuego, no pueda controlar la venta de estas y cada vez que algún presidente —como lo ha hecho el propio Barack Obama— quiere adoptar medidas regulatorias al respecto, la Asociación Nacional del Rifle, emporio que maneja miles de millones de dólares, dinero muchas veces empleado en financiar campañas políticas de uno y otro partido, aborta tales pretensiones no importa que sea sangre de sus propios hijos la que se derrame en cada acción.
Ahora se trata de un acto, ya calificado por el propio Obama como “terrorista”, pero una vez más está involucrada una persona que acudió a uno de los tantos comercios de armas existentes en ese país, compró varias de ellas incluyendo un moderno fusil de asalto, y luego la emprendió contra quienes se divertían en el club Pulse, en Orlando.
En medio de las conjeturas sobre el móvil del ataque, el FBI dijo que se estaba investigando como un “acto terrorista”, pero que estaba por determinar si era con vínculos internacionales o solo domésticos.
Algunas llamadas telefónicas hechas por Mateen al número de emergencias antes del ataque involucraban al autoproclamado Estado Islámico, afirmó Ronald Hopper, vocero del FBI.
Cuarenta y ocho horas antes, en esa propia ciudad floridana, la cantante Christina Grimmie, de 22 años de edad, perdió la vida al ser atacada por un hombre armado cuando firmaba autógrafos luego de su actuación.
En una relación dada a conocer por la propia BBC Mundo, señala que entre las peores masacres de los últimos 25 años en Estados Unidos, esta última en la ciudad de Orlando es la de mayores víctimas.
Le siguen, un tiroteo en la Universidad de Virginia Tech, en el 2007, que mató a 32 estudiantes y la de Sandy Hook, en Connecticut, en el año 2012 que provocó la muerte de 20 niños de entre 6 y 7 años, además de otros adultos.
En 1991, en Killeen, Texas, 23 personas murieron en una cafetería cuando un hombre armado abrió fuego contra los comensales y luego se suicidó. En San Bernandino, California, en 2015, fueron 23 los muertos por un atacante que abrió fuego durante una reunión en una oficina.
En el año 2009 un militar con grado de mayor, causó una balacera en una base militar en Fort Hook, Texas, que provocó 13 muertos; y similar cifra de víctimas mortales se produjo cuando un hombre armado, en Binghamton, Nueva York, en 2009 disparó contra un grupo congregado en un centro comunitario para inmigrantes.
De igual forma, fueron 13 los muertos en Littleton, Colorado, cuando en 1999 dos jóvenes armados masacraron a sus compañeros de aula y a un maestro.
Estos datos solo corresponden a los hechos más significativos, pero no puede olvidarse que solo el pasado año 2015 se produjeron 372 tiroteos de carácter masivo donde murieron hasta cuatro personas como mínimo.
Es muy lamentable, pero mientras las matanzas se producen con frecuencia y los muertos y heridos se suman por miles, las armas siguen sueltas sin que alguna ley u orden pueda vencer la irracionalidad de seres enajenados capaces de acabar hasta con sus propias vidas.

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