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Las amenazas de Pompeo

20 de enero de 2020

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El secretario de estado del imperio yanqui, Mike Pompeo, ha hecho nuevas amenazas directas contra Cuba, Venezuela y Nicaragua e indirectamente contra aquellos países y gobiernos de América Latina y el Caribe que aun son fieles al sistema imperialista, a los cuales advierte de este modo que no se les permitirá fácilmente abandonar las filas del bando encabezado por Estados Unidos y si lo hacen deben prepararse a enfrentar las peores consecuencias.

Esa es la disyuntiva que impone la Doctrina Monroe a nuestro continente –y también al resto del mundo– y que tanto Simón Bolívar como José Martí y Augusto César Sandino previeron con claridad en las distintas etapas en que les tocó enfrentar el fenómeno imperialista yanqui, que se abalanzaba sobre nuestras tierras de América.

Y aunque el actual régimen de Trump presenta características muy definidas en cuanto a agresividad, arrogancia y fanfarronería –todo mesclado en una sola pieza–, no debe olvidarse que el sistema imperialista es uno solo y son comunes sus propósitos e intereses, aun cuando transitoriamente puedan surgir contradicciones puntuales entre los principales agrupamientos de esa clase dominante –republicanos y demócratas– tal como ocurre en estos momentos en que la facción demócrata ha logrado sentar al reo Trump en el banquillo de los acusados.

Desde que hizo su aparición en la escena mundial en las postrimerías del siglo XIX, el imperialismo estadounidense ha desarrollado una sostenida política de amenazas, agresiones, expansionismo y saqueo, aun a costa de sus propios aliados a los que no pocas veces ha engañado y traicionado. Desde que le robó a México la mitad de su territorio y aun antes, ha sido esa la vocación insaciable de la clase dominante a que nos referimos y que, según la época y el tema, puede variar momentáneamente su estilo y sus métodos pero manteniendo invariable su esencia imperialista y opresora.

No hay nada nuevo, por tanto, en las más recientes amenazas del ridículo Pompeo porque representan –ni más ni menos– la continuación de la misma política a partir del momento en que ese país logró componer el rompecabezas de las 13 colonias y mostraron a Estados Unidos como aspirante a ejercer el dominio del mundo.

 

La historia ha demostrado, sin embargo, que muchos pueblos no están dispuestos a someterse al yugo imperial y eso ya le ha costado caro al propio pueblo estadounidense, arrastrado a conflictos y guerras injustas e inmorales como fueron las fallidas aventuras intervencionistas e Corea y Vietnam.

Pierde miserablemente su tiempo el amenazante y temeroso Pompeo cuando intenta que América Latina y el Caribe no miren hacia Cuba, Venezuela y Nicaragua, y las consideren como fuentes de inspiración y casos vivos de que la resistencia, el desarrollo, la dignidad y la victoria son posibles en Nuestra América.

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