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Lágrimas de cocodrilo

4 de marzo de 2014

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Sencillamente bochornoso es el espectáculo que ofrecen hoy al mundo los poderes mancomunados de Estados Unidos, la OTAN y la Unión Europea, -que en definitiva son una y la misma cosa,- cuando derraman hipócritamente sus “lágrimas de cocodrilo” ante la firme actitud asumida por Rusia con  motivo de  los acontecimientos de Ucrania,  -alentados, organizados y financiados por el mismo trío,- que han concluido por ahora en la quiebra del orden constitucional libremente elegido por el pueblo ucraniano en pleno (no solo de una región)  y la toma del poder por elementos pro fascistas sedientos de sangre y venganzas.

Como parte del cerco a Rusia, que en diversos artículos anteriores hemos señalado, y ante el temor a la posible incorporación de Ucrania a la Unión Euroasiática, -entre otros elementos,- las potencias imperialistas encabezadas en este caso por Estados Unidos y Alemania consideraron oportuno el momento de aprovechar la negativa ucraniana de asociación con la Unión Europea y socavar desde el exterior, con la activa cooperación del fascismo interno y otros grupos afines a Occidente, el orden constitucional establecido en ese país y que, por cierto, reunía hasta ese momento todos los indicadores preestablecidos por el trío hegemónico EE.UU.-OTAN-UE, que se consideran a sí mismos como guardianes de un único tipo de democracia.

En este caso, no es difícil discernir que el golpe de estado patrocinado por el citado trío de Kiev se convierte en una agresión directa contra Rusia, por cuanto el 80 por ciento de la población de Crimea, -región autónoma dentro de Ucrania,- es rusa y allí se encuentra instalada en la zona de Sebastopol la gran base naval rusa de la Flota del Mar Negro. Tal presencia naval rusa se encuentra regulada mediante el correspondiente tratado entre Rusia y Ucrania, legalizado por ambos Parlamentos, y que acaba de prorrogarse hasta el año 2030.

El afán de cercar y debilitar a una Rusia en ascenso, -un eslabón fundamental del pujante grupo de países BRICS,- habíase aplicado hasta ahora en regiones de la periferia y en países aliados o cercanos a Moscú; sin embargo, esta vez se acerca temerariamente a las fronteras rusas e intenta poner a prueba hasta donde es posible presionar a Moscú, amenazarlo y hacerlo retroceder en una decisiva prueba.

Por otra parte, el gobierno de Estados Unidos no ha ocultado su desagrado por la figura presidencial de Vladimir Putin, lo que se puso abiertamente de manifiesto cuando señalaron, – sin mostrar una sola prueba,- como fraudulentas las elecciones presidenciales rusas y alentaron protestas en Moscú, que fueron ampliamente divulgadas y exageradas por el poder mediático yanqui.

Obviamente, es pronto para llegar a conclusiones o fijar tendencias en cuanto al desarrollo de la crisis, que algunos consideran como la más grave en el escenario mundial desde los días del Muro de Berlín.

Si no se impone la sensatez y al agresivo trío EE.UU.-OTAN-UE no reduce sus pretensiones hegemónicas así como su obsesión por golpear a Rusia y hacerla retroceder en su creciente papel geoestratégico, pudiéramos asistir a un peligroso episodio de confrontación, añadido a las diversas contradicciones que ya recorren esa zona del mundo

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