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La vocación asiática del imperio

7 de noviembre de 2017

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La vocación asiática del imperialismo de Estados Unidos y sus afanes de dominación sobre esa vasta región del mundo existente al oeste de sus costas, más allá del Océano Pacífico, ha quedado puesto de manifiesto de diferentes maneras y en sucesivas ocasiones, desde el momento mismo en que las viejas 13 colonias inglesas de la costa atlántica accedieron a la independencia y se fundieron como nación.

Los afanes de expansión e influencias  miraron hacia el oeste, más allá del propio territorio arrebatado a los aborígenes y posteriormente al vecino México, convirtiendo a aquellas tierras y mares en escenarios bélicos donde Estados Unidos comprometió a sus fuerzas expedicionarias y desangró a su juventud una y otra vez, alcanzando algunas victorias temporales pero cosechando también desastrosas y vergonzosas derrotas.

En poco más de un siglo, el imperio yanqui se vio involucrado en confrontaciones bélicas de distinta naturaleza en Asia, donde por lo general jugó el papel de agresor o se vio empeñado en contradicciones interimperialistas que no tuvieron otra salida que la guerra.

La presencia asiática del imperio ha sido constante y sangrienta si hacemos una enumeración somera: Rusia, China, Filipinas. Corea, Viet Nam, Japón… Las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki no pueden dejar de ser recordadas.

En estos días, el presidente estadounidense Donald Trump realiza por aquellas tierras el más prolongado recorrido que haya emprendido un mandatario yanqui por esa región en los últimos 25 años, con una duración de 11 días, lo cual refleja la prioridad e importancia que Washington les brinda desde todo punto de vista.

En medio de las diversas tempestades de política interna que enfrenta, Trump no ha vacilado en emprender su primera gira a esa región, expresando de este modo que –como proclamó su antecesor Barack Obama– Asia está en la cúspide de importancia estratégica para Estados Unidos y desde aquí debe proyectar una indiscutible fortaleza.

El escenario, sin embargo, se presenta hoy complicado pues la delicada situación en la península coreana extiende las complejidades a los vecinos más inmediatos, la propia Corea del Sur, a Japón, a China y a Rusia; imposible resulta ignorar a la República Popular Democrática de Corea, que es pieza insustituible para una verdadera y definitiva solución de este viejo conflicto.

Tal es el cuadro que encontrará Trump en su larga y al parecer irremediable recorrido asiático.

De todos modos, los tiempos en que la voluntad imperial podía imponerse impunemente parecen haber pasado y una nueva correlación de fuerzas emergió también en Asia, donde las negociaciones y los pasos del otrora incontestable deben ser cuidadosos.

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