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La última carta de Lenin Moreno

4 de marzo de 2021

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Lenin Moreno, el presidente ecuatoriano que debe abandonar el palacio de Carondelet, luego de la segunda vuelta electoral del próximo 11 de abril, se ha empeñado en dejar al país comprometido, no con el desarrollo y el bien social, sino con el Fondo Monetario Internacional y el neoliberalismo como sistema que defiende.

Su última «jugada política» fue la presentación de la Ley de dolarización de la economía nacional, vinculada con un acuerdo firmado por él con el FMI, de manera que se haga más difícil aún la conducción económica de Ecuador, una vez instalado el nuevo presidente.

El proyecto de ley presentado por Lenin Moreno ha sido rechazado por segunda vez por el Consejo de Administración Legislativa (CAL).

Ya el 10 de febrero, tres días después de los comicios presidenciales, Moreno presentó, por primera vez, el proyecto de ley al Legislativo, con el objetivo de hacer independiente (privatizar) al Banco Central de Ecuador (BCE), pero fue rechazado por el Parlamento alegando asuntos de forma.

Tras el rechazo parlamentario, la diputada Ana Belén Marín, aseguro que «no permitiré que una ley que, por más compromisos que tenga con organismos internacionales (FMI), transgreda la Constitución ecuatoriana».

Por su parte, el candidato ganador de la primera vuelta, Andrés Arauz, afirmó que de obtener la presidencia, no cumplirá las condiciones pactadas con el FMI, las que calificó de «draconianas».

Según opinan varios expertos en el tema, citados por los medios, «la iniciativa de Lenin Moreno, que permitiría el desembolso de 400 millones de dólares de préstamo, es un factor que condicionará la próxima presidencia del país».

De hecho —señalan despachos de prensa desde Quito—, Moreno ve como crucial la referida Ley para frenar posibles intentos de un futuro gobierno de Arauz, de hacer cambios en el sistema monetario e institucional bancario, que podrían poner en peligro lo pactado con el FMI para someter a Ecuador a las condiciones y exigencias del ente monetario, que aprobó préstamos por 6 500 millones de dólares, previas condiciones que afectan principalmente los programas sociales y empeñan a la nación como ocurrió antes en Argentina.

Ecuador, que ya había sido un verdadero «balón de ensayo» del neoliberalismo a través del FMI, se enfrenta ahora a otra afrenta, salida esta vez de un mandatario que ya va de retirada pero se aferra en dejar sus huellas de descrédito nacional e internacional.

No puede olvidarse el proceso de dolarización ecuatoriano, de hace algo más de 20 años, causante entre otros males de la depreciación de un día para otro, del valor de la moneda nacional de entonces, el Sucre, que pasó en 24 horas, de cotizarse de 7 000 por un dólar, a 19 000.

Con la causa fundamental de ese traumático proceso, la nación andina hasta ha batido récord de gobiernos que no han cumplido el tiempo para el que fueron elegidos, y eran sustituidos en cuestión de meses o de pocos años.

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