ribbon

La torre de Babel del siglo XXI

5 de octubre de 2015

|

 

El llamado segmento de alto nivel del período de sesiones de la Asamblea General de Naciones Unidas, que recién ha concluido, tuvo este año especial significación por conmemorarse el aniversario 70 del organismo mundial y la proclamación de su Carta constitutiva, y porque a ella concurrieron más de cien Jefes de Estado o gobierno de la multiplicidad de países miembros –que en su fundación fueron 47 y hoy llegan a 193– mostrando la capacidad de convocatoria que, a pesar de insuficiencias, errores y deficiencias estructurales, aun mantiene el organismo mundial como única instancia en que –al menos– pueden plantearse, ventilarse y denunciarse –aunque no siempre solucionarse– los principales problemas globales, y donde trata de sostenerse el vilipendiado principio de la igualdad jurídica de los Estados, consagrado en la Carta, pero reiteradamente violado por los poderosos.

Mención aparte merecen, a nuestro juicio, las agencias especializadas de Naciones Unidas como FAO, UNESCO, UNICEF, Programa Mundial de Alimentos, de Población, de Refugiados y otros que en cumplimiento de sus funciones tratan de mantener de modo eficaz, y con el mayor sentido de equidad y justicia, esa labor. Ello se debe, en buena medida, al grado de profesionalidad, y la condición humana y solidaria que en general posee el personal que las integra, disperso en los más apartados rincones del mundo, algunos de los cuales han llegado al sacrificio de sus vidas en cumplimiento del deber.

No es casual que el imperialismo y los poderes occidentales, incluidos los consorcios transnacionales de diverso tipo, hayan evidenciado históricamente sus reticencias e incluso su animadversión por las Naciones Unidas y sus agencias especializadas, por haberse plantado en ocasiones de manera firme frente a las pretensiones hegemónicas y de dominación que el mundo del gran capital quiere ejercer también dentro de la ONU.

Un ejemplo fehaciente ha sido la retirada por parte de los Estados Unidos de América de la cuota con que debían contribuir al sostenimiento de la UNESCO, como represalia porque esta organización admitió a Palestina entre sus estados miembros. Años atrás tanto Estados Unidos como Gran Bretaña se habían retirado de la UNESCO por el apoyo que esta agencia brindaba al nuevo orden mundial de la información y las comunicaciones. (NOMIC).

En el Congreso de Estados Unidos, no pocas voces como la del extinto y cavernícola senador Jesse Helms se han levantado para demandar la salida de este país del seno de Naciones Unidas, por considerar que el organismo mundial actúa contra los intereses del imperio, al menos no los favorece abiertamente, según la opinión de estos políticos yanquis.

La sesión de la Asamblea General por el aniversario 70 marcó, asimismo, la ocasión para que numerosos jefes de delegaciones plantearan la urgente necesidad de la democratización y reforma de la organización, para acercarla más a los pueblos, en particular de los mecanismos referidos al funcionamiento del hoy todopoderoso Consejo de Seguridad, su composición y el poder de veto.

Este período de sesiones del aniversario 70 tuvo la posibilidad de enseñar al mundo que Naciones Unidas es una de las pocas barreras que queda en pie para proteger y salvar al planeta, a las generaciones presentes y futuras, del flagelo de la guerra y su derecho a un desarrollo sostenible, sin exclusiones.

Ello solo se logrará si es defendida exitosamente del unilateralismo y democratizada de manera efectiva.

Comentarios