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La solidaridad mundial puesta a prueba

18 de diciembre de 2023

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Pocas veces como en estos momentos, en la época contemporánea, ha sido puesta a prueba de manera tan urgente y dramática la solidaridad mundial y junto a ella los más elementales principios y codificaciones del derecho y la ley internacionales, como en el que actualmente vivimos.

Desprovisto de todo remordimiento, consideración o límite, el imperialismo internacional y su más visible forma de expresión, el capitalismo monopolista encabezado por el gobierno de Estados Unidos y sus servidores a escala munidal, patrocinan y ejecutan el exterminio de un pueblo que debe ser, cuando menos, excluído de la faz de la tierra que le pertenece para otorgar ese lugar a los ocupantes e invasores. Así lo han decretado y lo están ejecutando.

Esa es la realidad y la verdad, dicha de la forma más cruda, de lo que acontece hoy en la Franja de Gaza y por lógica derivación en todo el mundo árabe-musulmán y en el Oriente Medio en su conjunto. Inevitable es, por tanto, su repercusión y son sus consecuencias con respecto al resto del planeta, máxime cuando ello sucede en una era aparentemente de progreso y novedades científicas que han llevado a las comunicaciones a extremos tales que convirtieron al universo “en un pañuelo” y pugnan por destruir lo que queda de la privacidad, el comportamiento individual y el pensamiento propio, transformando a la civilización en barbarie obediente de los poderosos, sus medios de comunicación y redes sociales.

Frente a ese escenario extremo que el genocidio contra el pueblo palestino ha puesto como nunca antes al descubierto en el curso de las más cercanas generaciones y hace palidecer otros extremos de barbarie no lejanos como los que se practicaron por los mismos autores contra los pueblos de Vietnam, Yugoslavia, Afganistán, Siria y Libia, -por citar algunos ejemplos más sobresalientes,- solamente podrá actuar como tabla de salvación la más activa, masiva e inteligente solidaridad mundial en todos los terrenos y por parte de todos los países, gobiernos e instituciones que se consideren llamados y aptos para evitar los precedentes que se extienden amenazadoramente sobre el resto del planeta.

Entre ellos, y en primerísimo lugar, hacia la Organización de Naciones Unidas, que lamentablemente parece encontrarse hasta el momento maniatada por su estructura misma y sus propios reglamentos, -concebidos entonces por los mismos agresores de hoy,- salidos de las conferencias de San Francisco y Bretton Woods donde quedó sellada la suerte de los países pobres, por más que la Carta de Naciones Unidas, también aprobada en esos días, contenga conceptos y principios que se suponen de igual cumplimiento para todos y garanticen “el equilibrio del mundo”.

En conclusión, la solidaridad mundial está puesta a prueba en todas sus formas y variantes y solo los intentos por concretarla y hacerla realidad podrán poner fin al genocidio que impunemente se practica y, -lo que es tan importante,- evitar los que el insaciable imperialismo y sus socios intenten perpetrar en el futuro contra otros pueblos que también reclamen sus derechos a la soberanía y la independencia.

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