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La pobre salud en tierra de los ricos

4 de agosto de 2014

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No importa que Estados Unidos sea la Meca de los multimillonarios, que aun siga siendo la principal potencia financiera del mundo, porque a los que tienen les importa poco la seguridad social, que sí es crucial para la supervivencia de los trabajadores, los pobres y los incapacitados.
Muchos conocemos como ha sido cruelmente atacada la modesta reforma sanitaria propuesta por Obama en el 2010, que sufrió fuertes recortes antes de tener una aprobación legal dos años después, por lo que solo ha sido respaldada y suscrita por la quinta parte de los 50 millones de norteamericanos que no tenían seguro médico.
Incluso, ha sido también muy vilipendia el programa Medicaid, por el cual el gobierno paga la atención a los ciudadanos más pobres.
Es decir, ha sido todo enredos para Obama en uno de sus pocos esfuerzos de beneficio al ciudadano común, porque es virtualmente imposible reformar adecuadamente un sistema de atención médica que está bajo el control de las compañías de seguros y de las empresas farmacéuticas.
Ello puede ser porque es un sistema inmune, aun cuando esté causando tremendos problemas financieros, además del costo humano.
Como es un programa gubernamental, tiene costos administrativos tan bajos que no ofrece nada a las instituciones financieras. Beneficia solamente a la “población subyacente”, no a los “ciudadanos sustanciales”, es decir, “con plata”.
El sistema médico, en cambio, trabaja muy bien para la gente de
”importancia” en un sistema en el que la atención médica es distribuida efectivamente por la riqueza, y enormes ganancias fluyen a poderes privados por una administración de enorme ineficacia. Es decir hay olvido total de las masas.
De ahí a que la joven periodista Dalia González Delgado preguntara el pasado día 30 en “Granma” (“Obamacare y la cultura del egoísmo”) que cómo es posible que el país más rico ponga frenos a la atención médica, cuando entre los 17 países de más altos ingresos, tiene la mayor tasa de prevalencia de mortalidad infantil, enfermedades cardíacas y pulmonares, infecciones de transmisión sexual, embarazos de adolescentes y homicidios.


RECURSOS PARA ASESINAR

 

Por ser muy extenso no quiero referirme a los enormes presupuestos militares que conspiran contra la vida humana. Como hoy lo hacen los más de 3 000 millones de dólares que EE.UU. envía anualmente a Israel, sin contar el apoyo adicional en armamento y municiones, cuando está inmerso en una agresión de exterminio como la que realiza en la Franja de Gaza.
Y aunque es un tema no tratado últimamente, si es recurrente, porque todavía se mantienen programas de selección de ciertas enfermedades para lograr armas biológicas, en las que a veces son víctimas los propios soldados norteamericanos.
En Fort Detrick se desarrolló uno de los principales centros de investigación en el área de la aerobiología, que es algo así como el estudio de los mecanismos de infección por vía inhalatoria, hecho que aun tiene lugar y que, coincidentemente, fue tratado hace unos días en el primer capítulo de la sexta temporada de “Castle”, que exhibe el canal televisivo cubano Multivisión.
El análisis estadístico de los recursos “clásicos” de infección masiva —por ejemplo, el envenenamiento o la contaminación de fuentes de agua o sistemas de ventilación cerrados— ha demostrado que el número de personas simultáneamente afectadas por la enfermedad es relativamente pequeño y que las posibilidades de contrarrestar la maniobra son numerosas.
Por el contrario, utilizar el aire como vehículo ofrece una masividad excepcional, a la vez que hace muy difícil una respuesta sanitaria rápida y efectiva. Muchas de las enfermedades infecciosas se transmiten normalmente por vía aérea. El resfrío común, las influenzas, infecciones micótícas como la coccidioidomicosis, son unos pocos ejemplos que ilustran la efectividad de la puerta de entrada respiratoria. Las enfermedades virales respiratorias son, como grupo, responsables de la mitad o más de las enfermedades agudas que aquejan al hombre y del 30% al 50% del ausentismo al trabajo de adultos.
Es muy ilustrativo el caso de la infección de monos con aerosol conteniendo Rickettsia Rickettsi, el organismo responsable de la terrible fiebre moteada de las montañas Rocallosas, y la infección con aerosol con virus de la fiebre amarilla.
Pero para esto sí hay presupuesto, sin oposición republicana en el Congreso o de aquellos que venden sus almas a las empresas que explotan el problema de la salud
Entre los organismos estudiados y presumible-mente en primera línea de utilidad, están los causantes de la brucelosis, la tularemía, la fiebre moteada de las Montañas Rocallosas, la psitacosis, la coccidioidiomicosis y el botulismo, que sí entran en la magnitud de los proyectos de guerra química y biológica, donde hay una enorme cantidad de dinero disponible.
La cooperación e interrelación entre organismos militares y otros centros de investigación comenzó cuando el “Army Chemical Corps” transfirió al Servicio de Salud Pública un cuantioso subsidio, que aseguró la ayuda de esta última institución a proyectos clasificados ‘de interés nacional”, pero para el Departamento de Estado, la inteligencia y el Complejo Militar-Industrial, no para el ciudadano común norteamericano, cuya salud no cuenta en la nación más rica del planeta.

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