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La persecución imperial contra Huawei

27 de mayo de 2019

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Como hemos señalado en ocasiones anteriores, la obstinada persecución del gobierno imperialista de Estados Unidos contra el gigantesco consorcio informático chino Huawei no puede explicarse con simples consideraciones tecnológicas o de rivalidades de mercado.

La grotesca cacería mundial lanzada por Trump forma parte de las desesperadas maniobras imperiales contra la República Popular China en evitación de que la segunda potencia económica de la actualidad salte indefectiblemente al primer lugar dentro del próximo período 2030-2050 o aún antes, relegando entonces a la segunda posición al poderío económico ostentado por los yanquis a partir de la Segunda Guerra Mundial, hoy en franca decadencia y pérdida de las oportunidades de antaño.

Las ridículas e inconsistentes acusaciones de Washington contra Huawei vinculando sus productos –en especial sus teléfonos celulares que en estos momentos inundan el planeta– con supuestas labores de espionaje a favor de China, no son más que inventos de los mentirosos patológicos de la Casa Blanca, sabedores posiblemente de que nadie en su sano juicio les hará caso pero obligados a buscar un pretexto que encubra la irracional persecución.

La brutal campaña contra el consorcio Huawei incluye la detención en Canadá y posible extradición para que comparezca ante tribunales estadounidenses de Meng Wauzhou, directora financiera del grupo e hija de su fundador Ren Zengfei.

Como corresponde a una potencia económica y tecnológica en ascenso, China gana cada día más en independencia y sigue su propio camino en el campo de la ciencia, la técnica y la innovación: así ocurre con los drones civiles, los buscadores, las tarjetas de crédito, la navegación satelital y la ultramoderna tecnología 5G de telecomunicaciones, por citar solo unos pocos.

Según la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI) China se acerca vertiginosamente al primer lugar en patentes y desplazará a Estados Unidos en el año 2020. En 2017 el consorcio Huawei tenía cuatro mil 024 solicitudes y el otro gigante chino de las telecomunicaciones ZTE tenía dos mil 965 patentes. (A este ritmo, los estadounidenses caerían al tercer puesto).

No es posible, por tanto, obviar la significación y las consecuencias políticas de esta situación y llegar a la conclusión de que todo el alboroto de Trump y su pandilla –tanto contra Huawei como en medio de las llamadas “negociaciones comerciales” motivadas por la subida de aranceles– no es más que el susto y la preocupación ante el hecho ya irrebatible e inevitable de que China se ha convertido en una alternativa firme y confiable que puede liberar al mundo de la extorsión, el chantaje y el saqueo del insaciable imperialismo unipolar de Estados Unidos.

Ni más ni menos, eso es lo que realmente se esconde tras los aparentes afanes del totalitarismo digital.

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