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La pausa del asesino

16 de septiembre de 2014

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La continuación de los asesinatos selectivos, la muerte en prisión de prisioneros que pudieran asumir un liderato si estuvieran libres, la inconmovible injusticia de mantener el bloqueo por noveno año consecutivo y el más reciente ametrallamiento de embarcaciones pesqueras en su ya de por sí estrecho mar territorial indican que las autoridades sionistas de Tel Aviv solo se han tomado una “pausa” para tratar de eliminar mediante expulsión o asesinato al pueblo palestino de la Franja de Gaza.
Al sionismo solo le preocupan los gastos de la más reciente agresión, donde asesinaron a más de 2 000 palestinos, en su mayoría indefensos pobladores civiles, y destruyeron el 90% de la infraestructura del lugar, además de utilizar un variado armamento, incluidos misiles con uranio enriquecido, para responder a lanzamiento de cohetes caseros, que solo produjeron cuatro víctimas civiles. Los 66 soldados israelíes muertos fueron en combate con la resistencia en territorio gazatí.
El portal Cubasí comentaba que para Tel Aviv  el mejor palestino es el palestino muerto, y no es una frase festinada, porque los hechos lo avalan  y, desgraciadamente, aun hay mucho por ver.
No solo es un problema para los palestinos, ni específicamente para Gaza, sino para toda una cultura árabe que ha tenido la desgracia de asentarse en tierras donde se asientan grandes reservas de petróleo.
Así ha estado pasando con Siria, donde incluso su gobierno, totalmente legal, desconocía hasta no hace mucho que tenía yacimientos incluso superiores a algunas de las satrapías del Golfo.
De ahí que la cuestión esa del califato nada espontáneo surgido en tierras iraquíes y sirias, con amenazas de extenderse a otras regiones, no tiene nada de casual, como tampoco lo es el del intento de fundación de otro similar en Libia, con elementos inescrupulosos que ya controlan Bengazi y buscan a toda costa el dinero de exportación del carburante, siempre hacia Occidente.
Nada de extraño que todos esos elementos que combaten entre sí, que tratan de eliminar al gobierno sirio, obstaculizar a Irán y propugnan guerras religiosas, no han tocado ni criticado a Israel en nada, que incluso ha penetrado sus filas con una de las inteligencias más completas del mundo, la del Mossad, con mucho dinero con sangre de víctimas inocentes.
Ahora se dice que Israel no quiere eliminar a Hamás, cuya resistencia ha sido su principal excusa para las agresiones continuadas, cada vez mayores, porque le sirve para sembrar la división con la Autoridad Nacional Palestina, asentada en lo poco que le queda en la Cisjordania, tal ha sido el efecto  del masivo asentamiento de los colonos.
Las acostumbradas exhortaciones de Naciones Unidas para que Israel cumpla con las resoluciones de respeto a los derechos del pueblo palestino, así como que no siga masacrando a Gaza, han sido inútiles, porque el obcecado régimen sionista goza del apoyo irrestricto de Estados Unidos, no obstante ciertos balbuceos del presidente Barack Obama y de su secretario de Estado, John Kerry, para guardar la forma.
Y es así, porque no solo es una alegada cuestión religiosa, ni un “destino manifiesto”, ni incluso el pretexto de cualquier actividad de Hamás para desencadenar una agresión que estaba desde hace tiempo planificada: el asunto es principalmente económico, con lo cual pretende ahora dar el tiro de gracia contra el pequeño y abarrotado territorio y asesinar o hacer huir a sus habitantes.
Así, una de las principales potencias militares del planeta, con armamento nuclear, cierra el lazo que facilitará a las transnacionales energéticas el control de las abundantes reservas de gas en Gaza.
Manlio Dinucci escribe en la Red Voltaire que la agencia gubernamental estadounidense US Geological Survey estimó que 30 000 millones de metros cúbicos de gas se hallan a 40 kilómetros de la Franja de Gaza y hay otros yacimientos de gas y petróleo en tierra firme, tanto en Gaza como en Cisjordania.
Ya en el 2007, el actual ministro de Defensa israelí, Moshe Ya’alon, declaraba que “el gas no podrás extraerse sin una operación militar que ponga fin al control de Hamás en Gaza”, y de ahí el inicio de la agresión sionista al año siguiente, seguida por otra en el 2011 y la más reciente, aun más inescrupulosa.
Con el posible control de Gaza -eliminada la resistencia y gran parte de la población- se lograría el primer paso de la estrategia de Tel Aviv de apropiarse también de las reservas energéticas de toda la cuenca del Levante, incluyendo las del Líbano y Siria, haciéndole también el favor a su principal aliado de impedir que Rusia vuelva a ganar influencia en la región.

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