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La otra guerra… contra Rusia

16 de marzo de 2022

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Un anuncio, típico de la arrogancia que caracteriza la política de los gobiernos de Estados Unidos, aparecía en los grandes medios este martes: «La Casa Blanca se vanagloria de un completo aplastamiento de la economía rusa».

Y, en similar accionar político, la Unión Europea, sumada como siempre al carro estadounidense, también presumía de la adopción de un nuevo paquete de sanciones económicas contra Rusia.

Se trata, ni más ni menos, de la otra guerra, la que se hace fuera del escenario ucraniano, la que, guiada y concebida desde los laboratorios del odio, en Washington, busca, por un lado vender armas y otros medios letales a Ucrania y por otro, sacar a Rusia del mercado europeo, de los cielos del mundo, de los mares por donde surcan los navíos con combustibles, materias primas y alimentos.

En fin, que todas las ganancias, al costo de la vida de quienes fallecen a consecuencia de un conflicto que pudo haberse evitado, quede en manos del Complejo Militar yanqui.

La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, al reafirmar la convicción de su gobierno de aplastar a Rusia, aseguró que Estados Unidos ha proporcionado a Ucrania ayuda militar que le permite defenderse durante mucho más tiempo del que Rusia había previsto.

Y enfatizó: «El impacto del liderazgo del presidente Joe Biden en el escenario global, y las consecuencias económicas que se han puesto en marcha, han llevado a Rusia y a la economía rusa a estar al borde del colapso».

Con anterioridad, el canciller ruso, Serguéi Lavrov, se había pronunciado sobre las sanciones impuestas contra Rusia y aseguraba que su país solucionará este problema de tal manera que no tendrá que depender de Occidente y sus empresas en el futuro.

Ya el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, en su «corre corre» en busca de la manera de doblegar a Rusia y levantar su caída de aceptación luego de la humillante huida de Afganistán, y con el ego subido de creerse dueño del mundo, dijo que EE.UU., la Unión Europea y los países miembros del G7 tienen la intención de retirarse de las relaciones comerciales normales permanentes con Moscú.

Es decir que se pretende un rompimiento con todo lo que tenga que ver con el comercio con Rusia, en el que Biden involucra a la Europa dubitativa y a un mecanismo como el Grupo de los 7 integrado por las mayores economías del planeta.

Nos damos cuenta que, más allá de las pretensiones de asfixiar la economía Rusa, la administración Biden se propone desviar la atención en cuanto al descubrimiento de decenas de laboratorios biológicos estadounidenses, instalados en Ucrania y desde donde se experimenta con virus que pueden trasladarse, en forma de armas biológicas, a la vecina Rusia y a otras naciones.

Para que no exista duda alguna al respecto, el microbiólogo Igor Nikulin, ex miembro de la Comisión de la ONU para armas biológicas y químicas, ha asegurado que «Estados Unidos ha hecho de Ucrania el mayor centro de pruebas para la guerra bacteriológica, en violación de la Convención sobre la Prohibición del Desarrollo, la Producción y el Almacenamiento de Armas Bacteriológicas y Tóxicas».

El tema, que incluso requirió de una reunión del Consejo de Seguridad de la ONU la pasada semana, ha sido ignorado por la administración Biden, y los grandes medios occidentales no hablan de ello, prefieren usar  todas sus posibilidades contra la acción militar rusa en Ucrania.

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