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La noticia que no vino por celular

25 de marzo de 2017

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La noticia, además de real, es vergonzante en el siglo XXI en que vivimos. La leí en un despacho de la agencia italiana IPS. Y su titular es: Hay tres veces más celulares que inodoros en África.
Recuerdo que el llamado Día del agua, se acaba de conmemorar, según decisión de Naciones Unidas.
Pero, por más que leo y oigo, más convencido estoy de que el tema agua es una asignatura pendiente para toda la humanidad y ni siquiera apta para examinar en el mundo pobre, el subdesarrollado.
El citado despacho de prensa refiere que el agua y el saneamiento siguen al margen de las prioridades de desarrollo en África, donde su elevado costo y las malas políticas hacen que millones de personas carezcan de agua por cañerías y de inodoros.
Para que se tenga una idea de lo que sucede en el llamado continente pobre, allí se utiliza solo el 5% de sus recursos hídricos debido a que el costo de llevar ese servicio a la población es literalmente prohibitivo.
La conclusión más exacta de esta dramática situación es que provoca en primer lugar hambre y enfermedades; se producen guerras derivadas de ello y las migraciones se hacen cada vez más masivas, de ciudadanos que buscan un espacio en la Europa a la que para llegar deben hacerse a la mar y correr el peligro de morir en la travesía.
Se considera por organismos especializados que el mundo debe destinar 650 000 millones de dólares al año desde ahora hasta el año 2030 para construir la infraestructura necesaria que garantice la seguridad hídrica universal.
Un reciente informe de una red panafricana que estudió el acceso a los servicios básicos y la infraestructura en 35 países africanos, concluye que solo el 30% de los africanos tienen acceso a inodoros y el 63% al agua por tuberías, mientras el 93% de ellos tiene servicio de telefonía móvil.
Y aunque tener celulares no es criticable, lo triste del tema es que en el mundo 923 millones de personas no tienen acceso al agua potable, lo que deriva en enfermedades por aguas contaminadas que dejan la alarmante cifra de 3,5 millones de personas muertas cada año.
Si concluimos que el agua es esencial para la vida, el desarrollo económico y social, para que haya alimentos, energía y otros beneficios, nos daremos cuenta de que la meta de saneamiento propuestas por Naciones Unidas en sus proyecciones para el 2015, se quedó solo en eso, una aspiración, pues 2 400 millones de seres humanos quedan sin servicios de agua y saneamiento adecuados.
Otro despacho de la propia agencia IPS señala que Medio Oriente y el norte de África pueden volverse inhabitables en unas décadas, ya que la disponibilidad del líquido descendió casi dos tercios en los últimos 40 años, algo que muchos científicos ya temían.
La escasez no solo afecta al de por sí precario suministro de agua potable en la mayoría de los 22 países de la región, donde viven casi 400 millones de habitantes, sino también la disponibilidad del elemento para la agricultura y la producción alimentaria de la población en rápido crecimiento.
Otros muchos ejemplos aparecen por estos días en despachos de agencias de prensa que, además de aportar datos y análisis, advierten sobre uno de los temas más sensibles para la humanidad y del cual se derivan otros muchos.
El agua, que tiene que llegar por tubería y no por celulares del mundo moderno, ya provoca enfermedades, hambre, miseria, guerras y migraciones y el tiempo se acaba como para poder evitar tantas desgracias juntas.
Con menos informes y más acciones, podríamos aportar granitos de arena que en suma, aliviarían esta situación, principalmente en África.

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