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La mentira como norma

30 de mayo de 2014

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Resultados desastrosos favorables a la ultraderecha en las elecciones del Parlamento Europeo y el auge de la represión fascista en Ucrania son dos alas de la misma ave de rapiña que se entroniza cada vez más en regiones del mal llamado Viejo Continente.
Tal como hemos visto en Ucrania, si el imperialismo tiene que despertar a la “bestia nazi-fascista” de uniforme, lo hace sin miramientos. La resistencia de los ciudadanos de origen ruso al gobierno impuesto por Occidente en Kiev, y “legitimado” ahora,  tiene mucho que ver con la memoria de la alianza de los fascistas ucranianos con los nazis durante la II Guerra Mundial,
Lo que había en la plaza kievita de Maidán no era lucha por la libertad, sino fascismo puro y duro, con individuos armados por Estados Unidos, que utilizó a Polonia como intermediaria, dando un golpe de Estado contra un gobierno, que, independientemente de sus lastres, tenía carácter democrático.
Hoy hay una fuerte represión contra los ciudadanos del este de Ucrania que no aceptan al régimen de Kiev, con la probablemente incapacidad de Rusia para ir en una ayuda directa. Todo ello se ve claro. Pero tan peligroso como lo que sucede en Ucrania –pienso que mas-, es que la mentira vendida como verdad por la propaganda imperial hace que los europeos que pertenecen a las clases populares, votan opciones que después defienden las políticas impuestas por esas élites.
Y es que desde los partidos de la socialdemocracia se lanzan mensajes progresistas, y luego se realiza todo lo contrario. Es decir, han hablado para el pueblo y se han puesto al servicio de los poderes fácticos, creando una situación por la cual los ciudadanos perciben que izquierda y derecha son iguales y que no se puede hacer nada.
No sólo se ha visto en Gran Bretaña, sino principalmente en España y Alemania, donde la alianza entre la socialdemocracia alemana y los conservadores de la Merkel ayudan a tomar medidas de claros tintes fascistas.
Simple y llanamente que quienes ganan en elecciones de cada país o el Parlamento Europeo, dan la espalda a quienes los eligen.
PRODUCTO DE LA GUERRA FRÍA
Después de que el Imperio ganó la Guerra Fría, se asistió a la reversión de las modestas concesiones que el capital hizo a lo largo del siglo XX.
Es todo un proceso que viene gestándose desde el triunfo de la Revolución de Octubre de 1917. El acoso y derribo fue continuo: al final de la Segunda Guerra Mundial fueron creadas la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), la Agencia Central de Inteligencia, la Escuela de las Américas, en fin, todo un barraje de fuego para enfrentar y hacer desaparecer a posibles procesos revolucionarios.
Se dotaron de una ideología, el neoliberalismo. Pusieron en marcha toda clase de instituciones y mecanismos para acabar con la Unión Soviética, como gran objetivo estratégico, con el fin de imponer nuevamente su dominio sobre los pueblos. Sabían que si se hundía el Estado nacido de la Revolución de Octubre de 1917, quedarían muy debilitadas las aspiraciones populares en otros puntos del planeta.
Por supuesto que hubo resistencia en varias partes del mundo, y tuvieron lugar procesos en América Latina que tuvieron en la Revolución Cubana su principal inspiración.
Pero ello no ha impedido que se esté en un momento de predominio del capitalismo monopolista de las multinacionales, de dominación mediante el miedo y la transformación de la información en propaganda del poder.
Asimismo, de un constante acoso a las organizaciones de clase de los trabajadores para controlarlas, destruirlas o coactarlas, de aumento de los beneficios empresariales a costa de la destrucción de derechos sociales y económicos, del uso de la fuerza  ante la resistencia, de “demonización” de los enemigos políticos presentándolos como terroristas, y todo ello combinado con una aparente democracia, con el mantenimiento en general de las estructuras de dominio económico y social heredadas de regímenes reaccionarios.
En la actualidad el gran capital, las élites económicas, se están imponiendo, utilizando todas las instituciones mundiales y nacionales. No descartan nunca el uso de la fuerza y por eso mantienen a la OTAN como brazo armado.
Por ello, se hace imprescindible la unidad de todos los factores progresistas para hacer aumentar la resistencia popular y vencer la mentira como norma y la violencia disfrazada de guerra humanitaria.

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