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La inutilidad de la guerra

7 de marzo de 2019

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Pienso que por esta vez, las más recientes acciones bélicas entre la India y Paquistán por Cachemira no pasarán de encontronazos y propaganda mutua acerca de quién tiene la razón, pero ha tenido un buen efecto la posición de diálogo del premier paquistaní, Imran Khan, y la oportuna intervención de Rusia y China para persuadir a la India de males mayores entre dos naciones que poseen varios centenares de cabezas nucleares.

Sin dudas, la chispa del más reciente evento la encendieron los grupos que utilizan el terror y tienen refugio en Jammu y Cachemira, uno de los cuales fue el autor confeso del reciente atentado que causó la muerte a 45 policías en la Cachemira India.

Empero la disposición del Premier paquistaní en ilegalizar a dichos grupos, no persuadió ni convenció a Nueva Delhi a que dejara de tomar venganza por su mano, por lo cual bombardeó una región donde esos elementos se entrenan, bajo la supervisión de la inteligencia local, contra la cual han sido inútiles hasta ahora los intentos de Khan para eliminar esa fuente de discordia y que contribuye a no dejar una buena impresión del nuevo gobierno de Islamabad, considerado mucho más progresista que cualquier anterior.

Tan es así que Tanvi Madan, integrante del centro de investigación Brookings Institution, explicó al diario estadounidense The Washington Post que la primera consecuencia ha sido un notable y sorprendente aislamiento diplomático de Paquistán, ya que ningún país se ha pronunciado a su favor de manera explícita.

La mayoría de los expertos estiman que es poco probable que esta situación derive en una guerra. De hecho, Islamabad no está dispuesto a prolongar el conflicto, porque, si fuera así, podría simplemente atacar el primer objetivo al que apuntaban las fuerzas armadas y se hubiesen producido víctimas humanas, cuando su ofensiva se centró en un espacio abierto donde no había viviendas ni puestos militares.

 

Desescalada necesaria

Mientras los principales medios, controlados en su totalidad por Occidente, montan una campaña de calumnias contra el gobierno legítimo de Venezuela, dos potencias nucleares han vivido en estos días una escalada de tensiones que, al parecer, no provocará males mayores.

Como ya comentamos en este portal, Otra vez Cachemira, el pasado día 26 aviones indios se adentraron 80 kilómetros en territorio paquistaní en el marco de una operación antiterrorista para bombardear un campamento del grupo yihadista Jaysh -e- Mohammed, que menos de dos semanas atrás había cometido en Pulwama el atentado más letal contra fuerzas indias en décadas. Murieron 45 soldados, y supuso el punto de inflexión en una guerra asimétrica que Paquistán lleva realizando desde el 2003 contra la India a través de grupos islamistas y separatistas en la región disputada de Jammu y Cachemira, el único estado indio con mayoría musulmana.

A pesar de que la India justificó la violación de la soberanía territorial de Paquistán con que se trataba de una operación anti-terrorista, el gobierno paquistaní la vio como una agresión que no se daba desde la guerra de 1971; ni siquiera durante la de Kargil en 1999, aviones indios entraron en su territorio. Esa misma noche, el ejército de Paquistán inició una serie de ataques a lo largo de la frontera militar, en la que ambas naciones perdieron aviones de guerra, pero no se informó sobre víctimas civiles, inocentes, e Islamabad devolvió sano y salvo al piloto de un avión de Nueva Delhi derribado.

Por esta vez, subrayo, no habrá una escalada mayor y si una promesa de Islamabad de que actuará contra grupos ilegales que siembran el terror, lo cual, a mi entender, pondrá en peligro la vida del actual Premier, un hombre popular, quien ha sido integrante de un equipo campeón mundial de cricket.

 

Repaso

Y aunque no hace mucho explicamos el antecedente de esta cuestión, se hace necesario repasar tal acontecimiento, y señalar al gran culpable: el colonialismo británico, por lo cual debemos remontarnos a 1947.

Los líderes de Jammu y Cachemira querían que ese territorio se mantuviese independiente de la India y Paquistán, algo que fue posible gracias a la Ley de Independencia de la India del Parlamento británico, que aprobaba la descolonización de los territorios.

Su gobernador Hari Singh, sin embargo, debido a que era hindú, quiso integrar el territorio en la India. Esto provocó que las tribus pastún de Paquistán invadiesen el territorio, de mayoría musulmana, iniciando así la primera de las cuatro guerras indo-paquistaníes.

Cuando las tropas de Hari Singh estaban siendo derrotadas por las tribus paquistaníes, éste firmó el 26 de octubre de 1947 el ‘Instrumento de Adhesión’, que convertía oficialmente el territorio de Cachemira en parte de la India.

Tras esto, las fuerzas indias entraron en Jammu y Cachemira para frenar el avance paquistaní. La contienda se saldó con una victoria de las fuerzas indias que sufrieron menos bajas, menos heridos y mantuvieron el control de dos tercios de Jammu y Cachemira.

Los ciudadanos musulmanes de esta zona pasaron a una posición secundaria en la sociedad, debido a la exaltación del nacionalismo hindú, que promovía y sigue promoviendo la India. Esto lo aprovechó Paquistán para comenzar su injerencia a través del apoyo de insurgentes en los territorios indios de la región.

En 1971, la India utilizó la misma táctica contra Paquistán, apoyando a movimientos independentistas y explotando un conflicto que terminaría en una guerra y la creación del nuevo estado de Bangladesh en territorios que habían sido paquistaníes. Esta guerra llevó las relaciones de la India y Paquistán a un punto irreconciliable y forzó la creación de la ‘Línea de Control’, una frontera militar de más de 700 kilómetros de largo que divide el territorio de Jammu y Cachemira entre la zona india y la paquistaní.

Paquistán nunca aceptó las derrotas de 1947, 1965 y 1971, por lo que a finales de los años 80 y principios de los 90 se lanzó a apoyar grupos integristas islámicos inspirados en los muyahidines afganos como una fuerza de choque contra la presencia hindú en las regiones disputadas.

Hubo un nuevo repunte en 1999, cuando soldados paquistaníes y grupos integristas se infiltraron en Kargil, Cachemira India, e iniciaron una nueva guerra que duraría hasta el alto el fuego del 2003.

Ello supuso la apertura de rutas que unían por primera vez las dos Cachemiras con la repercusión positiva en la economía, pero más allá de eso, no sirvió para nada.

Aprovechando el alto el fuego y las condiciones del mismo, Paquistán decidió pasar de la guerra convencional a la guerra asimétrica, supliendo su inferioridad militar con el apoyo a la insurgencia islamista anti-hindú y pro-paquistaní de Jammu y Cachemira. De este modo, encontramos que a pesar del alto el fuego, India y Paquistán no dejaron de seguir en una guerra limitada con escaramuzas constantes donde no buscan grandes victorias, sino el desgaste mutuo.

Desde entonces han subido las tensiones y las violaciones del alto el fuego, lo cual conforma un panorama nada agradable, que quizás tenga algún paliativo en la actual disposición del gobierno paquistaní de entenderse con el de la India, con el fin de lograr acciones que eliminen el peligro de una guerra de incalculables consecuencias.

Porque en palabras del filósofo Bertrand Russell, una guerra no determina quién tiene razón; sólo quién queda.

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