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La hipocresía internacional desatada

8 de marzo de 2022

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Si para algo han servido los acontecimientos ocurridos en la frontera ruso-ucraniana, ello ha sido para desatar indudablemente la hipocresía internacional y los dobles raseros, que se han puesto de manifiesto como pocas veces a nivel de organizaciones mundiales y de los grandes medios de comunicación  que conforman la llamada prensa corporativa, hoy complementada por las “redes sociales” que manejan los consorcios digitales, todos estadounidenses.

No es la primera vez, pero lo sucedido en estos días parece no tener antecedentes en esa sucia historia donde se manipulan, tergiversan, exageran u ocultan hechos, opiniones, posiciones o puntos de vista a conveniencia de quienes ejercen el control financiero o tecnológico de esos medios. El caso ruso-ucraniano ciertamente rompió todos los moldes conocidos hasta ahora -ya de por sí indignantes y desequilibrados- y los sobrepasó.

Sanciones, suspensiones y prohibiciones por doquier, hasta llegar a las más inconcebibles  y ridículas, han sido aplicadas por el gobierno imperialista de Estados Unidos y sus socios contra la Federación de Rusia, en una avalancha que abarca los más diversos sectores de la sociedad, al punto que muchas de ellas se vuelven contra sus propios promotores, tal como algunos de ellos han reconocido, asustadizos de sus mismas insensateces.

Por ejemplo, el texto de las resoluciones propuestas por los yanquis y sus socios ante la Asamblea General y el Consejo de Derechos Humanos de la ONU es una obra maestra de falsedades, dobleces y ocultamientos -tal como algunos estados miembros señalaron allí- que ignora las raíces históricas, los antecedentes y el contexto de toda la situación que se fabricó en la frontera ruso-ucraniana a lo largo de ocho años; ignora los acuerdos de Minsk y la propia resolución del Consejo de Seguridad que se compromete con su cumplimiento: se pretende responsabilizar a solo una de las partes por lo que actualmente sucede.

De todos modos, si nos guiamos por la divisa conocida de que “en política, todo lo que sucede conviene”, podemos llegar a la conclusión de que estamos viviendo abiertamente y sin cortapisas la hipocresía internacional, los dobles raseros y la desvergüenza proliferante, que no respeta principios consensuados ni acuerdos previos y solo busca reafirmar hegemonía y dominación imperial, expandiendo fronteras y sometiendo poblaciones civiles indefensas.

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