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La Gran Burla imperialista

11 de enero de 2017

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Los continuados reconocimientos de figuras del gobierno e inteligencia de Estados Unidos de que su nación contribuyó a la creación de Daesh o Estado Islámico, enestos momentos la más fuerte y violenta organización terrorista, no ha disminuido ni un ápice la injerencia imperialista en Siria, con bombardeos de su aviación a la infraestructura económica y a la población civil y el suministro de armas a los grupos opositores que se mantienen al margen de las conversaciones para llevar la paz a la agredida nación árabe.

A la importantísima liberación dela ciudad de Alepo por el Ejército sirio, y su avance en otras regiones, con el solidario apoyo de Rusia, fuerzas progresistas libanesas y aliento iraní, el terrorismo ha respondido con más ataques suicidas contra objetivos civiles y embajadas de países que considera enemigos en Damasco, la capital, y la intensificación de otras acciones vandálicas, a fin de sembrar el pavor en la población.

Es decir, aún no se vislumbra el rápido término del plan de EE.UU. y sus aliados para derrocar al gobierno de Bashar al Assad, único de los países árabes que se ha mantenido firme en la política antimperialista y antisionista.

Lo que el Imperio no quiere que se conozca no es que dejó hacer al Daesh para que hiciera caer el gobierno sirio, sino que fue su CIA la que creó la criatura del terror, con el apoyo de la inteligencia israelí (Mossad) y la inteligencia militar británica (MI6).

Pero Daesh surge de Al Qaeda, que EE.UU. ha apoyado durante casi medio siglo, desde el apogeo de la guerra afgano-soviética.

La CIA creó campos de entrenamiento para Al-Qaeda en Paquistán. En el período de diez años, desde 1982 hasta 1992, unos 35 000 integrantes de este grupo terrorista procedentes de 43 países islámicos fueron reclutados por la CIA para luchar junto a los afganos contra la Unión Soviética.

Anuncios, pagados con fondos de la CIA, se colocaron en los periódicos y boletines de noticias de todo el mundo, ofreciendo incentivos y motivación para unirse a Al-Qaeda., cuyos terroristas fueron calificados por el ex presidente Ronald Reagan de “luchadores por la libertad”.

EE.UU. suministró armas a las brigadas de Al-Qaeda. Todo era para “una buena causa”: la lucha contra la Unión Soviética y el cambio de régimen, lo que llevó a la desaparición del gobierno secular en Afganistán. Todo esto fue reflejado en aquellas películas de la época sobre el célebre Rambo III.

Los libros de texto para Al-Qaeda fueron publicados por la Universidad de Nebraska, y Washington gastó millones de dólares para suministrar libros de texto repletos de imágenes violentas y enseñanzas islámicas militantes a los escolares afganos.

Osama bin Laden, fundador de Al-Qaeda y el hombre más odiado en Estados Unidos, quien años después lo asesinó, fue reclutado por la CIA en 1979, al comienzo mismo de la guerra de Afganistán contra la Unión Soviética. Por aquel entonces, tenía 22 años.

Según el profesor canadienseMichael Chossudovsky, Al Qaeda se encontraba detrás de los ataques del 11 de septiembre. De hecho, el ataque terrorista de 2001 proporcionó una justificación para librar una guerra contra Afganistán, bajo el argumento de que Afganistán era un estado patrocinador del terrorismo de la organización, de cuyo seno, subrayó, surgió Daesh o Estado Islámico.

Acerca del papel cómplice de aliados de EE.UU. que se dicen democráticos, Chossudovsky, preguntó en el colega portal Cubasí que “cómo es posible que sigan el juego de Estados Unidos, encaminado a crear un estado mundial policial, pasando por ladestrucción de pueblos, culturas ancestrales y restos de antiguas civilizaciones, la barbarie en su máxima dimensión”.

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