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La geopolítica del sur

31 de agosto de 2021

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La geopolítica del Sur de América ha experimentado en los últimos tiempos sensibles cambios que vale la pena resumir y apuntar. Dieron inicio con la estrepitosa derrota del corrupto Mauricio Macri en Argentina, a quien el imperio yanqui pretendía proyectar como virrey neoliberal de la región.

Semejante traspiés trataron de compensarlo con el golpe de estado contra Evo Morales en Bolivia, el aplastamiento del Movimiento al Socialismo (MAS) y la liquidación de la Revolución Democrático-Cultural en ese país, cocinando un supuesto “fraude electoral”, en una sucia maniobra que corrió a cargo de la desprestigiada y agonizante OEA del servil Luis Almagro, hoy desenmascarada, en evidencia y bancarrota.

La actuación criminal e ilegal del régimen de facto y la incontenible movilización de las masas populares organizadas en Bolivia convirtió en ingobernable al país, a pesar de la represión desatada por los golpistas, y creó las condiciones para imponer por abrumadora mayoría al MAS en nuevas elecciones que lo llevaron limpiamente otra vez al triunfo electoral tras heroica y ejemplar lucha.

Más recientemente, los acontecimientos que han tenido lugar en Perú y propiciado la llegada al gobierno del partido Perú Libre en históricas jornadas encabezada por Pedro Castillo como indudable y sorprendente líder popular, subrayan la tendencia a revertir definitivamente la “restauración conservadora”, que pareció asomar por esos lares tras la etapa de gobiernos progresistas e independientes “alineados a la política social y lejanos al neoliberalismo”, que caracterizó a los años iniciados del siglo XXI.

Queda pendiente por el momento la expectativa chilena, un país que comenzó a escribir una nueva historia en octubre de 2019 cuando trabajadores y estudiantes de conjunto salieron a las calles con propósitos y accionar comunes –a los que ahora se sumó de manera organizada e inteligentemente conducida la población mapuche– hasta lograr como primer éxito tangible la convocatoria a la Constituyente y la elaboración de una nueva Carta Magna que sustituya al fin al viejo texto pinochetista, que los llamados “gobiernos de la concertación” no fueron capaces de abolir.

Si bien quedan aún regímenes pro imperiales, neoliberales y anti populares como los de Brasil y Uruguay, no hay dudas de que la geopolítica del Sur ha venido avanzando en el sentido que más favorece a la causa de los pueblos y se halla hoy en condiciones propicias para continuar en luchas sin tregua frente a las oligarquías locales y sus amos yanquis, que seguirán haciendo resistencia feroz y despiadada.

Como es de suponer, mucho depende del grado de unidad, en pensamiento y acción, que logren sus vanguardias populares y de la lucidez estratégica y habilidad táctica que muestren y desplieguen en todos los terrenos de una lucha frontal que no será fácil pero ya ha enseñado sus capacidades y posibilidades de victoria.

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