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La ecuación de Trump y Pompeo

4 de mayo de 2020

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Mike Pompeo, el secretario de Estado norteamericano puede catalogarse con facilidad como el más despreciable de todos los funcionarios que, arrimados a Donald Trump, se proponen derrumbar el sistema mundial actual y construir otro a imagen y semejanza de sus caprichos.
Para tales propósitos Pompeo, me imagino que con la anuencia del magnate presidente, han formulado una ecuación que combina una pésima matemática, con una más pésima aún teoría del engaño.
Pongamos un ejemplo. La pandemia de la COVID-19, nacida en la ciudad china de Wuhan, ahora Trump y Pompeo la califican como un virus fabricado en un laboratorio chino.
Por supuesto, tal afirmación no resiste la menor credibilidad, por cuanto hasta los propios servicios secretos estadounidenses han afirmado que el virus no pudo haberse creado en laboratorio.
Este fin de semana Pompeo ha asegurado, irresponsablemente, que su Gobierno tiene una enorme cantidad de pruebas de que el coronavirus se originó en China.
«Puedo decirle que hay una cantidad significativa de pruebas de que esto vino de ese laboratorio en Wuhan», afirmó Pompeo durante una entrevista con la cadena ABC News.
Y hay más: el secretario de Estado llegó a decir en un momento de la entrevista que «los mejores expertos parecen pensar que (el coronavirus) fue fabricado por el hombre», una idea que la Oficina del Director Nacional de Inteligencia de EE.UU. (DNI) descartó rotundamente en un comunicado este jueves.
Luego culpó al Partido Comunista Chino de bloquear el acceso a sus laboratorios a los mejores científicos del mundo occidental para averiguar lo que pasó.
La ecuación completa de Pompeo concluyó con lo de siempre, afirmar que se aplicarían sanciones a China por ese motivo.
«Vamos a hacer que los responsables rindan cuentas, y lo haremos cuando nosotros decidamos», sentenció.
El fuerte de Trump, el «dios dinero» llegó cuando, según un reporte del diario «The Washington Post», la Casa Blanca está debatiendo propuestas para castigar a China o exigirle una compensación financiera por su gestión de la pandemia del COVID-19.
Durante la rueda de prensa, Trump también arremetió contra la Organización Mundial de la Salud (OMS), que en su opinión «debería estar avergonzada de sí misma porque es como una agencia de relaciones públicas para China».
La OMS ha asegurado rotundamente que el coronavirus no fue manipulado ni construido en laboratorio. Quizás por ese criterio contrario a la ecuación de Trump y Pompeo, es que el mandatario eliminó la contribución de su país al financiamiento de esa tan importante agencia de las Naciones Unidas.
Pero, en mi opinión, la guerra contra China continuará y se profundizará cada día, antes de noviembre venidero que son las elecciones presidenciales en Estados Unidos, donde Trump quiere reelegirse.
En tal caso han llegado ambos al extremo de que altos cargos de su gobierno presionan a agencias de inteligencia de Estados Unidos para que fabriquen pruebas de la teoría relacionada con sus criterios de que el coronavirus fue creado en un laboratorio chino.
Trump y sus expertos de falsas ecuaciones quieren dar vuelta atrás a una historia vil, como ha sido la de que el mandatario subestimó las primeras informaciones de China, en enero pasado, cuando se observó el primer caso de la enfermedad, noticia a la que Trump calificó como «una gripecita» y luego con aquello de que «estaba bajo control».
Así, por irresponsabilidad total de Trump, Estados Unidos perdió más de un mes para enfrentar lo que pronto fue una pandemia y hoy ha puesto al desnudo que esa nación, la potencia más rica del mundo, cuenta con un sistema de salud totalmente fracasado, por lo que ese país encabeza hoy el número de contagiados y muertos, lo que debía ser una total vergüenza tanto para el magante presidente como para Pompeo, dedicados a fabricar mentiras para culpar a China, país que aplicó medidas extremas de confinamiento, controló el virus y hoy vuelve a la normalidad y donde solo se presentan casos importados.

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