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La derrota del Estado Islámico y sus posibles consecuencias

18 de diciembre de 2017

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Tanto los presidentes de Siria y Rusia como el primer ministro de Irak han anunciado la derrota militar del llamado Estado Islámico, al ser expulsado de sus últimas posiciones en el territorio de ambos países (Siria e Irak), situadas precisamente en zonas fronterizas entre uno y otro.

No queda claro, sin embargo, hacia donde han huido o hacia donde deambulan los remanentes de la que otrora fue numerosa y temida fuerza militar terrorista, caracterizada por sus desmanes y crímenes y por patrocinar atentados contra la población civil, sobre todo en capitales europeas.

Los verdaderos orígenes de esa fuerza, que se apoderó del Islam como bandera ideológica, tampoco quedan muy claros: lo que sí es evidente que surgió rápidamente con un abundante apoyo económico, permitiéndole equiparse adecuadamente y propinar sucesivas derrotas a ejércitos profesionales de la región y ocupar vastos territorios y ciudades de Siria e Irak como fueron Alepo y Mosul, por citar solo dos ejemplos.

Desde el territorio sirio invadió a Irak y llegó a dominar una amplia zona que denominó como Califato, donde en su parte iraquí abunda una riqueza petrolera que –según se dice– exportaban para enriquecer sus arcas y lo hacían mediante caravanas de carros-tanque hasta la frontera con Turquía.

Su,  jefe máximo tampoco fue precisado nunca con claridad, aunque reportajes periodísticos identificaron como tal al iraquí Al Bagdadi, conocido en los círculos oposicionistas sirios y quién participó en encuentros con representantes de Estados Unidos, según confirman informaciones gráficas de entonces.

Los medios informaron  que este hombre fue muerto recientemente en un bombardeo aéreo contra sus instalaciones pero tampoco se mostró el lugar exacto ni un cadáver reconocible, así como la designación de un sustituto verificable.

Como se observa, todo es muy misterioso y alusivo acerca de esta organización y oscuros son sus antecedentes y relaciones, sus vínculos y apoyos, en particular los que pudiera tener con Israel o Estados Unidos y el papel que le ha tocado jugar en el convulso Medio Oriente.

Su accionar se vio sensiblemente deprimido cuando la aviación rusa comenzó a actual en misiones aéreas de apoyo a las tropas sirias pues, al parecer, nunca previeron una respuesta de esta magnitud y contundencia.

Desde esos momentos, pasaron apresuradamente a la defensiva intentando retener lo conquistado, pero los ejércitos sirio e iraquí también habían ganado en profesionalidad, recursos y eficacia y avanzaron decididamente.

Las posibles consecuencias de esta derrota militar quedan aún por ver sobre el terreno y también sus reacciones hacia el exterior, donde padecen un absoluto aislamiento que ni siquiera sus secretos apoyos se atreven a romper.

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