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La Cumbre de lunes y martes

17 de julio de 2023

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Dos aspectos, en mi opinión, deben caracterizar la Cumbre Unión Europea—CELAC, que comenzó este lunes en Bruselas: en primer lugar, el espíritu de colaboración y respeto mutuo y también, que los representantes de la UE olviden para siempre el criterio que todavía hoy se expresa por algunos de sus dirigentes, respecto a ver a las naciones klatinoamericanas como colonias y como tal tratarlas.
Ese sería un buen comienzo para adentrarse en temas del presente como la necesaria cooperación entre ambas regiones, adoptar planes y programas para avanzar de una vez y por todas en la necesidad de revertir los efectos del cambio climático, persistir en la inversión europea en las naciones latinoamericanas, y respetar la diversidad de gobiernos, así como las decisiones soberanas de los pueblos de escoger su sistema social y sus proyectos de vida.
Está claro entonces, que no puede ser la política injerencista ni el capricho colonial, quienes impongan las reglas de juego en unas relaciones que cuentan con todos los elementos para su desarrollo armónico y el intercambio ascendente.
Hay varios ejemplos que muestran un escenario contrario a estos objetivos, como han sido y son en algunos casos actuales, el apoyo de varios gobiernos y líderes de la UE, a sectores radicales de la oposición venezolana, desestabilizadores por demás, e involucrados en acciones terroristas en forma de guarimbas o la ilegal ocupación de los activos venezolanos guardados para su protección en bancos europeos.
No deben olvidar, ni por un momento, la UE y los gobiernos de esa región, que en América Latina hay países dignos, independientes y batalladores por proyectos de bienestar y seguridad para nuestros pueblos.
Es bochornoso el papel del Parlamento Europeo y de algunos líderes de la propia UE de arremeter, con resoluciones y pedidos de sanciones contra Cuba, Venezuela y Nicaragua, fundamentalmente.
Lo ha hecho por estos días contra Cuba, por temas reciclados y de ninguna credibilidad como el supuesto irrespeto a los derechos humanos en la Isla, cuando en realidad debían verse a lo interior, donde no pocas veces se reprimen a manifestantes pacíficos, o simplemente se carece de la verdadera libertad ya alcanzada en la Isla.
¿Por qué las limitaciones para representantes de la sociedad civil y la prensa cubana, acreditados para asistir a la Cumbre de los pueblos que paralelamente a la de jefes de Estado, funcionará en Bélgica?
¿Qué otra cosa que no sea una provocación, buscarán los elementos contrarrevolucionarios cubanos que han viajado desde Miami, pagados por la USAID de Estados Unidos, con la intención de «armar su show en la capital belga?
¿Desde dónde, que no sea Estados Unidos, se está dirigiendo y financiando esa provocación contra la CELAC y la propia Cumbre, y especialmente, contra la presencia allí de los verdaderos representantes de nuestro país y otras naciones latinoamericanas?
O es que siguen indignados porque en Cuba, hace más de seis décadas, todo el pueblo, al margen de su creencia política, el color de su piel o la religión que practique, disfruta de los servicios, totalmente gratuitos, de la educación para todos los niveles, la salud pública, y otros beneficios.
También por estos días, el citado Parlamento Europeo ha emitido una Declaración que cuestiona al gobierno de Venezuela, por la inhabilitación a que puedan presentar sus candidaturas en los próximos comicios algunos personajes de la oposición radical, involucrados abiertamente en hechos delictivos, planes terroristas y otros, que tanto daño han hecho al país.
Inmiscuirse en el proceso electoral de la República Bolivariana es una injerencia que, estoy seguro, no aceptaría ningún gobierno o representante de la UE, si se tratase de las elecciones en alguno de los países de esa región.
De acuerdo con el especialista venezolano, Sergio Rodríguez Gelfenstein, quien fuera director de Relaciones Internacionales de la Presidencia en su nación, «el bloque europeo ya no es un ente autónomo en términos de política exterior, ya que está encadenado absolutamente a Estados Unidos».
El experto remarcó, según el sitio Sputnik, que «la Unión Europea se queda callada ante el envío por Estados Unidos de bombas de racimo a Ucrania, prohibidas en la mayoría de los países de Europa que firmaron la Convención de Oslo en 2008. Pero Estados Unidos los obliga a violar sus propias leyes», enfatizó.

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