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La cultura de la violencia

22 de julio de 2020

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Las más recientes de las numerosísimas muertes por la violencia policial en las calles de Estados Unidos han incrementado las protestas de miles de personas de todas las razas frente al estereotipo de negro y criminal.
Y aunque no se llega aún a la violencia desatada hace algunos años en la muy abandonada ciudad de Detroit, lo cierto es que abundan la respuesta de los manifestantes frente a los abusos de policías y otros elementosoficiales contra quienesexigen justicia por la muerte de personasinocentes, negros en su inmensa mayoría.
Una violencia que se inculca desde la niñez, debido a la mala educación en la primera infancia y la adolescencia, en una sociedad notablemente injusta, en la que, como se repite, por ser verdad, el 1% abusa del 99% restante de la población.
Esta pandemia dela COVID-19, desatendida por el gobierno de DonaldTrump, ha puesto de relieve las grandes desigualdades, porque existe un sistemasanitario costoso que puede salvar la vida, y otro que norecibevirtualmente apoyo y que lleva la muerte a una poblaciónempobrecida, mayoritariamente negraen un 66% cifra no oficial.
Porque esto de informar sobre lascausas de la muerte es algo que no conviene al establishment que detenta el poder, y más cuando es resultantede la violencia policial, responsabilidad que recaesobre el Buró Federal de Investigaciones.
Como bien recordaba la madre de una de las víctimas, su hijo le solía comentar que no quería llevar su arma, porque tenía miedo de que le fueran a disparar primero y preguntar después.
Los agentes pólcales de EE.UU., no parecen haber escarmentado después de las muertes que provocaron en Cleveland, Baltimore, Staten Island, Ferguson, etcétera, y las más recientes en Minneapolis, Chicago, Portland y otras ciudades –que han provocado manifestaciones a nivel mundial–, mientras el gobierno responde con el envío de más fuerzasrepresivaspara reprimir las protestas y evita, en un año de elecciones, el debate sobre el racismo y la aplicación de las leyes en la primera potencia del mundo.
Todos recordamos lo que pasó hace cuatro años en Dallas, lo cual constituyó un coctel de armas, racismo, abuso policial y desigualdad.
Y es que la cultura de la violencia es un monstruo que puede tragar a todos en Estados Unidos, si no encuentra resistencia sostenida por la sociedad y acciones integradas para detenerla. Los colectivos feministas, de ciudadanos y de jóvenes que vienen peleando contra este mal estructural son enfrentadospor un régimen dirigido por un presidente a quien sólo le interesa la reelección, para seguir haciendo el mal, y aún no se sabe hasta cuándo.

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