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La costosa “cruzada antiterrorista” de Bush hijo y sus cómplices

18 de noviembre de 2015

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Los recientes ataques terroristas en París han puesto de manifiesto una vez más de manera sangrienta, que la humanidad –esta vez el pueblo francés y víctimas de otras nacionalidades– debe seguir pagando un elevado costo por la “cruzada antiterrorista” que de manera unilateral y al margen de las Naciones Unidas lanzaron en su momento Bush hijo, Blair y Aznar, como nefastos componentes del “eje del mal” de las Azores.
Tomando como pretexto los atentados contra las torres gemelas de Nueva York, igualmente criminales, pero aun no esclarecidos convincentemente, el entonces mandatario estadounidense y sus cercanos asociados de aquellos tiempos organizaron y lanzaron la pendiente guerra de agresión contra Irak, que siguió cronológicamente a la ya lanzada contra Afganistán y que precedió a la desestabilización del Medio Oriente, y la destrucción de varios estados nacionales, hasta llegar a la caótica situación actual.
Quedó claro: todo formaba parte de las ambiciones geopolíticas y económicas del Imperio que simultáneamente realizaba un doble juego –supuestamente astuto, pero hoy verificado–, financiando y organizando a las bandas terroristas de la región a las que aparentemente decía combatir.
Fue todo un malabarismo criminal que, aunque no exime de culpa a sus autores materiales y a los cabecillas de esos grupos, se muestra descarnadamente en la actualidad y convierte a las llamadas “potencias occidentales”, de victimarios en víctimas también de la irracionalidad, el fanatismo y el odio racial alentados para encubrir otros intereses y hoy se vuelve contra ellas. Sus pueblos seguramente reclamarán por semejante proceder a las élites gubernamentales.
El hecho cierto es que los atentados terroristas de París, por haber tenido lugar en el mismo corazón del mundo occidental y desarrollado, resonaron de manera tal que cubrieron ampliamente todo el espectro mediático repleto de satélites, internet, medios sociales y todas las demás variantes que convierten al mundo actual en un pañuelo.
Quedó claro también que los reclamos insistentes del presidente ruso Vladimir Putin desde hace varios meses, planteando la urgente necesidad de coordinación internacional y del más amplio frente de acción antiterrorista para enfrentar a las bandas creadas por las propias “potencias occidentales”, no solo eran oportunas sino también justas y transparentes.
Lamentablemente, lo ocurrido en la capital francesa confirmó las preocupaciones expresadas por Rusia y también apoyadas por China. La reunión cumbre del G-20 recién celebrada en Viena dedicó su atención principal a la complicada situación de las amenazas terroristas y las formas de encauzarlas con efectividad y concertación, sin discriminaciones e intereses ocultos bajo la manga.
Si llegaran a feliz término muchos de los buenos propósitos allí expuestos, se daría un firme paso adelante en ese camino que preocupa a todos, incluso, a los que lo favorecieron y propiciaron.
Mirando hacia atrás, lo que no puede repetirse es la “cruzada antiterrorista” con pretensiones hegemónicas que lanzaron Bush hijo y sus cómplices, Blair y Aznar.

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