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La clave de este momento

3 de mayo de 2016

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La movilización popular de este Primero de Mayo en Brasil ha servido para contactar aun más al pueblo con sus principales dirigentes político, principalmente la presidenta Dilma Rousseff y el líder Luiz Inácio Lula da Silva, en un momento en que la reacción golpista angustia y desorienta maliciosamente al hombre de la calle, mal informado y víctima de una campaña mediática que tergiversa con el fin de lograr fines inmorales, e ilegales, fines políticos y económicos.
Entre otras acciones, el Frente Popular de Brasil llevó a cabo esta movilización nacional en contra del golpe de Estado en marcha contra la presidenta Dilma Rousseff, y reafirmó que no reconocerá un posible gobierno de Michel Temer.
Así se dio un fuerte avance en la presión al Senado para echar bajo el complot contra Dilma, un ataque en el que se trata de vulnerar la democracia y echar atrás los derechos adquiridos por los trabajadores por los casi 14 años de gobiernos del Partido de los Trabajadores.
No es una tarea fácil, porque son muchos los intereses que se atizan contra la actual mandataria, quien no ha podido ser acusada de corrupción, por lo cual se acusa al Ejecutivo de maniobras fiscales en el cierre de 2014 y 2015, que le habrían servido para maquillar las cuentas al retrasar el pago de préstamos del Gobierno a bancos públicos, per lo cierto es que no hay delito alguno de responsabilidad, porque ha sido práctica común de ejecutivos anteriores el intento de encajar presupuestos, y que solo a este mandato se le juzgará por esoSegún el abogado-general de la Unión, José Eduardo Cardozo, no pueden expulsar a Dilma de la presidencia por “motivos políticos”.
Pero nada detiene a unos congresistas que, tal como hicieron mayoritariamente en la Cámara de Diputados, votaron a favor del juicio político y destitución de la Presidenta, en complicidadcon el vicepresidente Michel Temer y el presidente de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, a fin de complementar el golpe “blando” gestado por el Imperio contra los gobiernos progresistas latinoamericanos.
Tal como comentó el portal colega Cubasí, acerca de la precipitada separación de grupos políticos que se mantenían en la coalición encabezada por el Partido de los Trabajadores, “ni democráticos, ni progresistas, ni sociales, como se autodenominan, eran esos entes que apoyaban al gobierno que encabezaba el Partido de los Trabajadores y la presidenta Dilma Rousseff”.
Asimismo, recordaba que en el Congreso de Brasil buena parte de los 594 miembros registran cargos y condenas en los tribunales, incluso por lavado de dinero o tortura.
Esas manchas alcanzan a 303 de los congresistas (59%), y dieron sorpresas a la hora de definir quién debía ser el primer diputado que dijera sí o no al juicio político, Alfonso Han, investigado por involucramiento en el colosal escándalo de corrupción en Petrobras.
Además, 49 de los 81 senadores figuran con procesos o condenas en la justicia y tribunales de cuentas.
Aunque las mujeres son mayoría en la población brasileña (51%), dentro del Congreso solo ocupan cerca de 10% de los
Jean Wyllys, un diputado que trabaja en temas de género, diversidad sexual y minorías, sostuvo ante sus colegas que el proceso a Rousseff es una “farsa sexista” que él no apoya.
“Aquellos hombres no tienen respeto por Dilma primeramente porque es mujer”, dijo, tras la votación. “No admiten una mujer en el espacio de poder”.
Durante la sesión, seguida por TV en todo el país, Wyllys escupió en la cara del diputado Jair Bolsonaro, un militar retirado ultraconservador que dedicó su voto pro impeachment al fallecido coronel Brilhante Ustra.
Ustra comandó de 1969 a 1974 un órgano de represión del régimen militar brasileño donde, según la Comisión de la Verdad, al menos 50 personas fueron asesinadas o desaparecidas y 500 torturadas, por ejemplo con descargas eléctricas en los genitales.
La actual Presidenta recibió torturas en esa unidad, tras ser detenida en 1970 por integrar un grupo guerrillero.

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