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La chispa viaja en Portaaviones

9 de mayo de 2019

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Fabricar un portaaviones requiere de dinero y tiempo. Por ejemplo, el llamado Gerald Ford, considerado el más moderno del mundo, y entregado a la Armada estadounidense, tiene una capacidad para albergar 4 539 personas y se mueve por propulsión nuclear. Tiene una longitud de 333 metros y 76 metros de anchura, y pesa 100 000 toneladas.

Es el único buque de su generación en el siglo XXI, y su costo se estima en 13 000 millones de dólares.

¿Qué opinarían los 800 millones de personas que pasan hambre en este mundo, mientras se invierten esas cifras de dinero en armas para las guerras y la muerte?

Otro portaaviones norteamericano, el Abraham Lincoln Carrier Strike Group, con características técnicas y costo similares, es noticia por esos primeros días de mayo, por cuanto navega hacia la zona del Golfo Pérsico, en franco desafío a la República Islámica de Irán, que sufre, además, severas sanciones, y se le amenaza con un bloqueo total para que no pueda exportar su petróleo.

Quizás el más siniestro de los personajes del gobierno de Donald Trump, el asesor de seguridad nacional John Bolton, anunció que este portaaviones con su grupo de combate y bombarderos de la Fuerza Aérea, de la región del Comando Central de Estados Unidos, navega hacia mares cercanos a Irán, «con lo que queremos enviar un mensaje claro e inequívoco al régimen iraní, de que cualquier ataque a los intereses de Estados Unidos o sus aliados se enfrentará con una fuerza implacable».

Otra vez la amenaza y la arrogancia como filosofía de la política exterior, y otra vez el mundo a expensas de la irresponsabilidad del gobierno de Trump.

El portaaviones Abraham Lincoln, de propulsión nuclear, puede llevar hasta 70 aviones, con posibilidades de despegar cada 30 segundos y pasar de cero a 240 kilómetros por hora, para lo que solo requiere dos segundos.

Esta potencia flotante y su Grupo Naval, tiene previsto un despliegue de siete meses de duración que incluye la coordinación con buques de la sexta, quinta y séptima flotas en sus respectivas áreas de responsabilidad en Europa, Mediterráneo, Golfo Pérsico, Océano Índico, Mar de China y el Pacífico, respectivamente.

Hay que destacar que el Grupo encabezado por el Lincoln incluye también los escoltas, entre los que siempre hay uno o dos cruceros, varios destructores y uno o dos submarinos nucleares de ataque. De acuerdo con los reportes de prensa, los cruceros son de la clase “Ticonderoga”, los famosos “Tico”. Son los buques de superficie más poderosos de la marina norteamericana. Tienen 10 000 toneladas de desplazamiento y aunque ya se encuentran al final de su vida operativa y resultaron desmesuradamente caros, son capaces de desplegar una potencia de combate difícil de igualar. El que acompaña al Lincoln es el USS Leyte Gulf (CG-55).

Estas últimas y cada vez más peligrosas acciones del gobierno de Trump están subiendo las tensiones en la región del Golfo Pérsico, luego que Estados Unidos decidiera de manera unilateral, no permitir a Irán exportar su petróleo a mercados como China, India, Italia, Grecia, Japón, Corea del Sur, Taiwán y Turquía.

Ahora Trump ha decidido que nadie puede comprar el petróleo iraní ni tampoco Irán puede salir a venderlo al mercado internacional.

Ante tamañas acciones que pretenden asfixiar a la nación persa, Teherán ha reiterado que si el petróleo iraní no puede pasar por el Estrecho de Ormuz, tampoco permitirá que circule por allí barco petrolero alguno de otros países de esa región.

Cerrar el Estrecho de Ormuz puede ser la única opción que Trump le deje a Irán y, por circular por allí el 38% del petróleo mundial, la situación implicaría consecuencias impredecibles.

La chispa de la guerra viaja en portaaviones. ¿Habrá tiempo para apagarla?

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