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La causa que une al mundo entero

29 de octubre de 2015

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La paliza recibida por Estados Unidos durante la reciente votación de la Asamblea General de Naciones Unidas sobre la resolución que, por vigésima tercera vez consecutiva condena al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Washington desde hace más de medio siglo contra Cuba, puede tener variadas interpretaciones, todas negativas hacia el Imperio del Norte –incluidos el gobierno y el Congreso–, pero hay una que destaca, a nuestro juicio, sobre las demás.

Es el hecho de que la condena al bloqueo contra Cuba y la exigencia de su revocación se ha convertido, en medio de un contexto internacional convulsivo, complicado y contradictorio –como pocas veces hemos visto con anterioridad–, en la gran causa mundial que logra agrupar de manera reiterada y consciente a las más diversas corrientes y tendencias políticas e ideológicas en el planeta; expresadas en este caso con los votos emitidos por 191 países representados en el organismo mundial.

Si observamos el diverso panorama universal de hoy, no será difícil llegar a la conclusión de que la condena al bloqueo de Estados Unidos contra Cuba y la exigencia de su revocación –habida cuenta de su carácter ilegal, ilegítimo, injusto e inmoral– se ha convertido en la más relevante muestra de unidad en la diversidad existente en el mundo actual, pues incluye un vastísimo mosaico de ideas y tendencias, todas coincidentes en este punto específico.

No hay que olvidar que, entre los aspectos más infames y repudiable del bloqueo contra el pueblo cubano, se encuentra, además, su carácter extraterritorial, que convierte también en víctimas a todos los demás países –incluidos los aliados de Estados Unidos–, como ha quedado evidenciado con las sucesivas y astronómicas multas yanquis a bancos europeos, por citar solo estos ejemplos.

Esta vez, el voto en contra por parte del gobierno de Estados Unidos, prácticamente en solitario junto a su ahijada Israel fue, no solo lamentable sino desconcertante, por producirse a raíz del restablecimiento de relaciones diplomáticas con Cuba y de los pronunciamientos del propio presidente norteamericano, considerándolo como “una política fracasada” al citado bloqueo, lo cual ha afirmado en varias ocasiones.

Al margen de que algunos observadores reconocen que la actual Administración no podía votar en Naciones Unidas contra una ley de ese país que se mantiene vigente –lo cual le traería grandes complicaciones en el Congreso, con implicaciones constitucionales y judiciales–, otros afirman que este voto también puede servir para poner en duda la sinceridad y la transparencia de Washington en cuanto a la nueva etapa que aparentemente decidió iniciar el 17 de diciembre de 2014.

A ese respecto, en sus palabras previas a la votación de la Asamblea General, el canciller cubano Bruno Rodríguez Parrilla alertó una vez más sobre cualquier tipo de maniobra oculta que busque interferencias o concesiones en el sistema constitucional y en el orden político, económico y social que el pueblo cubano ha decidido darse.

El canciller reiteró la disposición cubana de continuar el camino hacia la normalización de las relaciones entre ambos países, siempre que ello se desarrolle dentro del más absoluto respeto a la independencia y soberanía de Cuba, y un nuevo espíritu de cooperación que puedan conducir a una convivencia civilizada en medio de las diferencias.

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