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La «carta» colombiana

25 de mayo de 2022

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La Colombia de Iván Duque y en su tiempo, la de Álvaro Uribe, ha sido una «carta bajo la manga» de los gobiernos de Estados Unidos, usada como punto de apoyo en sus planes de desestabilizar gobiernos progresistas, romper planes de paz con la guerrilla y asumir posturas acordes con los intereses de Washington, incluso, fuera de sus fronteras.

No es casualidad ahora, cuando todo parece indicar que nuevas fuerzas democráticas tienen posibilidad de ascender al poder en las elecciones presidenciales del domingo próximo 29 de mayo, el mandatario estadounidense Joe Biden, ha nombrado a Colombia como «su aliado principal entre los países no pertenecientes a la OTAN».

Y tal designación puede tener muchas lecturas, pero una de ellas lo dice todo: el gobierno de Estados Unidos sigue apostando a una Colombia subordinada a los intereses de Washington, que es igual a seguir siendo una punta de lanza en los planes desestabilizadores y terroristas contra la vecina Venezuela, como ha ocurrido esta misma semana.

Llega a estos comicios como un país dividido en cuanto a sus fuerzas políticas y con un abundante expediente de masacres contra líderes sociales, campesinos y ex combatientes de la guerrilla, ante la mirada de una administración que poco o nada hace para acabar con esa lacra.

Por ejemplo, en el año 2021 se produjeron 139 homicidios y 996 agresiones. Hubo 96 masacres (uno cada cuatro días) con 338 víctimas mortales, según informes del Instituto de Desarrollo para la Paz (Indepaz).

En la campaña pre electoral ha marcado una tendencia al alza a favor del candidato Gustavo Petro, de la Alianza Pacto Histórico, quien ha asegurado luchar por la erradicación del narcotráfico y la violencia, y sustituir la dependencia de Colombia del petróleo y el carbón.

En una entrevista concedida a la cadena HispanTV, el periodista y profesor universitario Luis Alfonso Mena, ha señalado que «La alianza Pacto Histórico está representado la posibilidad real de que por primera vez en 203 años en Colombia, después de la primera independencia, se lleve a cabo el acenso de un Gobierno que abra caminos hacia reformas profundas de carácter democrático».

En la última encuesta de la firma Invamer, Gustavo Petro aparece encabezando la intención de votos con un 40,6%, seguido del derechista Federico Gutiérrez, de la coalición Equipo por Colombia, con el 27,1% de las preferencias y el populista Rodolfo Hernández, con el 20,9 %.

En este contexto, el actual mandatario acaba de asegurar que «si pudiera presentarse como candidato, estaría en la pelea y de seguro sería reelecto».

Y, aunque creerlo resulta difícil, no dejo de reconocer que cualquier cosa pudiera suceder en ese país, el mismo que, tras  50 años de enfrentamientos armados con la guerrilla, se logró un Acuerdo de Paz que hasta parecía invulnerable, reconocido por las ONU y otros organismos internacionales, y que fue echado a la basura cuando el gobierno actual no lo apoyó y más bien se ha hecho de la vista gorda cuando los paramilitares y narcotraficantes, matan a quienes se desmovilizaron de la guerrilla y se acogieron a  la vida política.

No hay duda alguna que Colombia necesita cambios profundos en su política y que Gustavo Petro representa lo más cercano a propiciar esos cambios. Pero, no todo está decidido y en los días previos a las elecciones deben extremarse las medidas para evitar cualquier magnicidio contra el representante de la izquierda o cualquier otra acción que ponga en peligro el propio ejercicio electoral.

Recordemos que hay una «carta colombiana» en la geopolítica actual en América Latina y sus impulsores en Washington, no harán fácil perderla.

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