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La batalla de Alepo

11 de octubre de 2016

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Todo indica que la batalla de Alepo, actualmente en curso, puede considerarse como decisiva para la guerra de Siria o, al menos, sus resultados darían un fuerte indicador de hacia dónde van los futuros acontecimientos, relacionados con la agresión múltiple y brutal que desde hace más de cinco años ha debido enfrentar ese pueblo árabe y el gobierno constitucional encabezado por Bachar Al-Asad y el partido Baas.

A juzgar por el desesperado corre-corre del gobierno imperialista de los Estados Unidos y sus socios de la OTAN –tanto en lo político-diplomático como en lo militar–, los agresores no parecen estar llevando la mejor parte en esta crucial confrontación y las llamadas “potencias occidentales” pretenden ahora urgentemente una tregua que, con el pretexto de ayuda humanitaria, permita a los terroristas de Al Nusra, Estado Islámico y otros grupos menores que aun ocupan sectores de esa ciudad, reagruparse y reabastecerse de manera de poder romper el férreo cerco al que desde hace varios meses están siendo sometidos por la ofensiva del Ejército Nacional Sirio, con el apoyo de la aviación militar siria y rusa.

La maniobra, sin embargo, es demasiado burda y ni el gobierno sirio ni el ruso han caído en la trampa que, en esencia, busca dar una nueva oportunidad a los terroristas para apoderarse otra vez de la gran ciudad del norte –cercana a la frontera con Turquía– que es considerada la segunda en importancia del país.

Los resultados de la batalla por Alepo tendrán seguramente una notable influencia no solo militar si no política y diplomática en el futuro de la guerra, más allá de Siria sino incluso en la vecina Irak y pesarán en el conjunto de la correlación general de fuerzas en la región.

Mientras los gobiernos de Siria y Rusia consolidan sus posiciones respectivas y las mantienen con firmeza, Washington es cada vez más ambiguo y difuso, su doble rasero se ha convertido ya en un múltiple rasero, su Departamento de Estado emite cotidianamente declaraciones contradictorias y engañosas que solo buscan ganar el tiempo que favorezca a los grupos terroristas y rehuir la posibilidad de efectivas y confiables alianzas contra ellos.

Por otra parte, la cercanía de los comicios presidenciales en Estados Unidos abre otras interrogantes de cara al futuro y contribuye a la sensación generalizada de inseguridad y dudas que proyecta la actual administración de la Casa Blanca, a la vez que el candidato opositor Donald Trump califica la política oficial como estúpida y errática, prometiendo cambiarla.

En definitiva, los resultados militares concretos obtenidos sobre el terreno en Alepo podrían modificar sustancialmente el escenario de la guerra. Tanto el gobierno de Estados Unidos como los grupos terroristas así lo saben.

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