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Justificar lo injustificable

7 de junio de 2017

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Para nadie es un secreto que el continuado deterioro del agua, aire y tierra, vinculado al cambio climático, tiene en vilo al planeta, que ha quedado a un “tris” del suicidio colectivo, luego que Donald Trump anunció el abandono por Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el Cambio Cllmático.

Se sabe que sin EE.UU., el segundo mayor contaminador, será virtualmente imposible lograr metas convenidas para mejorar el medioambiente y evitar un cataclismo que se trata de evitar sea inevitable, valga la redundancia.

Trump justificó su decisión de abandonar el Acuerdo de París con argumentos económicos. Considera que así protegerá a los trabajadores de un impacto devastador, y habló incluso de una conspiración global para redistribuir la riqueza de Estados Unidos a otros países.

Cierto que por estos días ha gestionado la creación de más de 122 000 empleos, inicio de una meta de por lo menos 25 millones, lo cual coadyuvó al apoyo obrero en por lo menos seis importantes estados. Así, logró la presidencia, contra todos los pronósticos de una prensa casi totalmente adversa e intereses de la oposición demócrata y de su Partido Republicano.

Pero esta política nacionalista que le ayudó sobremanera, tiene aristas controvertidas.

Recuerdo que lo primero que hizo fue amenazar con revisar el Tratado de Libre Comercio con Canadá y Estados Unidos, porque para él castiga al contribuyente norteamericano y les da ventaja competitiva a los demás países respecto a EE.UU.

Pero olvida que tiene a México comiendo de la mano del patrón estadounidense, quien, al tiempo que saca sus empresas de Estados Unidos, aprovecha la explotación de una mano de obra barata en territorio mexicano.

Destrucción de empleo, salarios más bajos, cierre de empresas, apagones. Este es el escenario que pintó Trump. Para defender su decisión, citó una serie de cifras tomadas de un informe elaborado por la Nera Economic Consulting, una firma que trabaja para la industria energética. El impacto en el Producto Interior Bruto (PIB) sería superior a los tres billones (3 000 millones de millones) de dólares en el curso de varias décadas, indicó el presidente. El PIB estadounidense ronda los 19 billones de dólares.

Habló también de la pérdida de 2,7 millones de empleos para el 2025. Se elevaría a 6,5 millones en el 2040, según el Center for Policy Research. Eso implica la eliminación de 285 000 puestos de trabajo cada año. Pero la economía estadounidense está generando empleo a una media de dos millones anuales desde el final de la crisis. El impacto económico del acuerdo del clima, por tanto, genera un intenso debate.

El problema del argumento de los más críticos en el equipo de Trump, según la Resources for the Future, es que asume que el esfuerzo de la lucha contra el cambio climático caerá exclusivamente en la industria pesada, como la metalúrgica, la química, la petrolera e incluso la automovilística. Habrá siempre ganadores y perdedores, indican, pero el coste del recorte se distribuye de forma equitativa.

Donald Trump dijo que ganó las elecciones para “defender los intereses de los ciudadanos de Pittsburg, no de París”. La retórica del presidente vuelve a chocar ahí con la realidad. La antigua ciudad del cinturón industrial de Pensilvania se transformó por completo. En esa transición apostó por embarcarse en la nueva revolución tecnológica y dejar atrás la vieja industria.

El republicano se queja, al mismo tiempo, de que el acuerdo da más margen a Europa y China, al permitirles niveles de cumplimiento más favorables, mientras las nuevas reglas de juego exigen un mayor sacrificio a EE. UU. “El pacto da una ventaja financiera a otros países”, insiste Trump. Citó en concreto a la India, porque el tratado de las Naciones Unidas le permite doblar la producción de carbón.

Se dirigió directamente a los empleados de esta industria, uno de los grupos “olvidados” en los que se apoyó su victoria electoral. “Se están abriendo nuevas minas otra vez”, dijo. Hablaba de una instalación en Pensilvania, un estado clave en la contienda, que debe empezar a operar este 8 de junio y que producirá un carbón especializado para la industria metalúrgica.

Los estudios que maneja Trump no cuentan tampoco los beneficios a largo plazo de la reducción de las emisiones. La destrucción de empleo, insisten los expertos, en sectores como el carbón se equilibra con las ganancias en las energías alternativas. Las empresas en el negocio de la energía solar emplean a 374 000 personas en EE. UU., el doble que la del carbón. En la eólica rondan los 102 000 empleos.

La evolución del mercado de la energía, de hecho, muestra que la minera es una industria decadente. Un estudio de la Universidad de Columbia estima que el sector minero perdió 60 000 empleos desde finales del 2011. Esto se explica porque cada vez más producción de energía llega de fuentes “limpias” como el gas natural. Lo admite Gary Cohn, el principal asesor económico de Donald Trump.

El carbón, dice, “ya no tiene mucho sentido” como materia prima para convertirse en combustible. El gas natural es más barato y accesible con las nuevas técnicas de extracción. La revolución del fracking hizo que este recurso energético se comiera una tercera parte del mercado del carbón. Además, es limpio y se exporta cada vez más. Las empresas que operan en este negocio emplean a 363 000 personas.

Trump dijo también que el Acuerdo de París forzará a EE. UU. a poner un candado a sus abundantes reservas energéticas. Los datos del Departamento de Energía muestran, sin embargo, que la producción seguirá creciendo hasta el 2040 bajo el escenario que dejó la era Obama. El gas natural seguirá creciendo hasta alcanzar el 40% de la producción del país. También el petróleo, aunque se equilibrará en el 2025, conforme los recursos sean menos productivos.

Trump volvió a repetir que, gracias a su plan de estímulos, la economía volverá a crecer a un ritmo entre el 3%, más incluso que la de Ronald Reagan en su primer presupuesto hace tres décadas. Los analistas de Wall Street señalan, además, que para lograr esas tasas, la fuerza laboral debería crecer y también la productividad. Además, está por ver que el Congreso de EE. UU. apruebe su plan de recortes de impuestos y de inversión en infraestructuras.

Los expertos del World Resources Institute reconocen que la retirada del Acuerdo de París podría restar impulso al ritmo de creación de empleo en las energías alternativas, pero no interrumpirlo. También señalan que el avance tecnológico hará gran parte del trabajo en el cumplimiento de los objetivos de reducción de emisiones. Y hay otros factores que ayudan, como el cambio en los hábitos de consumo.Pero este complejo, complicado, como se dice de un difícil juego de fútbol, requiere un futuro y más inquisitivo análisis en un tema en el que no se podrá justificar jamás lo injustificable de poner el criterio economicista por encima de la vida de la humanidad.

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