IX cumbre de la CELAC: derrota imperial
12 de abril de 2025
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La recién celebrada IX Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) que tuvo lugar en Tegucigalpa, resultó -por encima de cualquier otra consideración- una rotunda derrota imperial. El gobierno de turno en Estados Unidos y las oligarquías locales que hasta ahora han sido sus asociadas llevan años intentando la destrucción de este esquema de integridad solidaria, que por vez primera en la región surgió sin la presencia condicionante y deformadora del imperio yanqui, por iniciativa de Fidel y Chávez, y con el apoyo que fue ganando paulatinamente de todos los países latinoamericanos y caribeños sin excepción.
Mientras la moribunda OEA se derrumba y se hunde en un mar de desprestigio e inutilidad, la CELAC ha sabido eludir con firmeza, inteligencia y espíritu unitario por encima de todos, los intentos imperiales por desgajarla, dividirla y si es posible desaparecerla de una vez por todas.
Desde su Cumbre inicial en Chile (2013) se han sucedido las de Cuba, Costa Rica, Colombia, Ecuador, República Dominicana, México, Argentina, San Vicente y las Granadinas y ahora Honduras, celebradas sucesivamente y sin interrupción, saliendo adelante y sin interrumpir los mecanismos accesorios creados bajo sus auspicios como reuniones sectoriales y acuerdos de diferentes tipos, contribuyentes a la integración, la cooperación y la solidaridad mutua, sin excepciones y en igualdad de condiciones, como corresponde a naciones hermanas que luchan por su soberanía, el desarrollo, la prosperidad y la paz.
La Proclama de América Latina y el Caribe como zona de paz, suscrito en Cuba en 2004 y el Tratado de Tlatelolco, como zona del mundo libre de armas nucleares, son instrumentos jurídicos de importancia universal que este conjunto de países mantiene vigentes y defiende.
La Cumbre de Tegucigalpa, efectuada en graves momentos para la paz y la seguridad mundiales, donde el imperialismo norteamericano y su asociado el criminal sionismo israelí redoblan su política de explotación y saqueo proyectada hacia el resto del planeta; se alertó y denunció de manera clara y contundente -en voz de muchos jefes de Estado como Brasil, México, Colombia, Cuba, Honduras, Uruguay, Bolivia, Venezuela y San Vicente y las Granadinas- el doble rasero, la ambición imperial y la codicia territorial que significan el yugo amenazante y las sanciones económicas en forma de arbitrarios e injustos aranceles, como los lanzados por el gobierno de Estados Unidos contra el mundo.
En Tegucigalpa quedó evidenciado que América Latina y el Caribe están comprometidos con la sentencia martiana de “Andar en cuadro apretado como la plata en las raíces de los Andes”.
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