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Irán: tenacidad y firmeza

29 de noviembre de 2013

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Si bien ha sido calificada por muchos analistas del tema como una “victoria de todos” y una efectiva contribución hacia la paz y especialmente en zona tan convulsa y compleja como el Cercano Oriente, no caben dudas de que el fruto alcanzado con el acuerdo provisional entre el llamado grupo de países 5 + 1 (integrado por las llamadas “potencias occidentales” Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia y Alemania, en este caso junto a Rusia y China) y la República Islámica de Irán, constituye un rotundo éxito para la tenaz y firme diplomacia de la nación iraní que -por más de una década-, defendió con habilidad su inalienable derecho al desarrollo pacífico de la energía nuclear en aras del avance económico y científico de esa nación, dentro de las normas internacionales establecidas y como país independiente y soberano.

Calumniada de manera múltiple y constante, víctima de una campaña internacional mediática pocas veces vista con anterioridad, únicamente comparable a las que se lanzaban contra la extinta Unión Soviética y contra China, repleta de engaños y suciedades que pretendían demostrar las intenciones bélicas y expansionistas de la nación iraní y de las autoridades políticas y religiosas surgidas de la Revolución popular islámica.

No es posible olvidar en estos instantes aquellos acontecimientos de 1979 cuando el pueblo iraní logró el derrocamiento de la sangrienta dinastía Reza Palevi, aliada y títere a la vez de los círculos imperialistas, con los cuales quedó comprometida totalmente tras los sucesos de 1953 que la reintegraron al trono y pusieron fin al gobierno nacionalista del premier Mossadegh.

El Irán del Sha era, por tanto, pieza clave de los intereses geoestratégicos y económicos imperialistas en toda la región mesoriental, era tropa de choque y aliada militar de Estados Unidos y jugaba el papel de “policía regional” a su servicio, incorporándose desde sus inicios al fenecido pacto militar de la CENTO entre EE.UU y sus socios del área.

Ahí están verdaderamente la raíz, el origen y la causa primaria de la fobia antiiraní de las llamadas “potencias occidentales”. Todo lo demás que vino después no fue más que un montaje artificialmente creado como forma de lograr el ansiado y frustrado cambio de régimen que, según los cálculos yanquis, debía dar al traste con la Revolución Islámica y retroceder el país a los tiempos del enriquecido y corrupto Sha.

En momentos en que el acuerdo recién logrado permite avizorar la posibilidad futura de un tratamiento justo y respetuoso de sus legítimos derechos hacia la República Islámica de Irán, es conveniente tener presentes los verdaderos orígenes de las sanciones, las agresiones de todo tipo, las conspiraciones internas y las sucias campañas mediáticas.

No puede perderse de vista tampoco la actitud amenazante del régimen sionista israelí, que desconoce los actuales acuerdos y sigue presionando sobre sus socios para hacerlos fracasar en el curso de los seis meses venideros, cuando deberán suscribirse otros entendimientos.

Cuando los imperialistas y sus voceros arman bulla de manera hipócrita -como es habitual-, es necesario reconocer que al abnegado pueblo iraní corresponde el mayor mérito de lo alcanzado hasta ahora y a su disposición de continuar por el mismo camino de tenacidad y firmeza.

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