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Irán espera por Occidente

15 de noviembre de 2013

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Los resultados de la más reciente ronda de conversaciones en Ginebra entre la República Islámica de Irán y el llamado Grupo 5 + 1, integrado por los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania, han servido para poner claramente en evidencia cuánto de hipocresía y falacia hay en la campaña anti iraní que las “potencias occidentales” han librado durante más de treinta años contra la revolución islámica y su estado representativo, sus autoridades y su pueblo.

Tras décadas de amenazas de agresión, sanciones económicas y una brutal y extensa ola de desinformación y confusión intencionalmente inducida mediante los grandes medios de difusión transnacionales, se arribó finalmente a las rondas de diálogos antes citadas, en buena medida gracias a la voluntad, la habilidad diplomática y las firmes posiciones de principio de los iraníes.

El más reciente de estos encuentros, alrededor del cual los voceros de la reacción internacional habían formado gran alboroto y previsto un arreglo mínimo, concluyó sin acuerdos, en los momentos en que -según los asistentes y testigos presenciales-, estaba a punto de llegarse al instante de suscribir el documento que diera constancia a lo acordado.

Pero veamos, ¿qué ocurrió en ese momento, en que todo indicaba la posibilidad de llegar -al menos-, a un entendimiento sin precedentes entre la nación persa y las llamadas “potencias occidentales”, un grupo donde también participan Rusia y China, siempre estas con las posiciones más razonables y respetuosas de la soberanía y los derechos iraníes al uso pacífico de la energía nuclear?

Tras el estupor y confusión inicial entre sus aliados, (Estados Unidos, Grtan Bretaña y Alemania) el canciller francés intentó justificar su negativa alegando sorprendentemente -en el último momento-, que dicho arreglo “no era un buen acuerdo” y que era necesario mejorarlo. Exactamente los mismos calificativos utilizados desde mucho antes por el premier israelí Benjamín Netanyahu, un obsesivo enemigo de cualquier negociación y partidario furibundo de la agresión militar contra Irán.

La coincidencia entre Francia e Israel fue universalmente señalada, mientras medios de prensa galos -como Le Nouvel-Observateur-, añaden el disgusto del gobierno francés hacia el secretario de estado yanqui, John Kerry, al que acusan de no haberles consultado el texto y de buscar intereses personales y de política interna.

En tanto llega el 20 de noviembre, nueva fecha señalada para reanudar las conversaciones de Ginebra sobre el tema, las presiones del estado sionista israelí se multiplican sobre sus asociados occidentales una práctica donde los israelíes tienen vasta experiencia y cuentan con los más variados recursos de todo tipo, con el propósito de evitar a cualquier precio la firma del acuerdo con Irán.

Los días que median desde ahora hasta el 20 serán decisivos; es necesario seguir de cerca el desarrollo de este pacto particular Francia-Israel y hasta donde ambos serán capaces de influir sobre el trío de “potencias Occidentales” que participan en el grupo citado, evitando así la firma de un “mal acuerdo”.

Irán, pacientemente, espera por ellos.

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