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Involución ética

15 de abril de 2013

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Fueron horas, días, semanas, meses, de un envenenamiento constante a nivel mundial, con la idea fija en satanizar a la Revolución Bolivariana de Venezuela y a su Comandante en Jefe, el hoy ausente físicamente, Hugo Chávez Frías.
Una vez que Chávez no estaba presente y que en su lugar —ganado por méritos propios— fue designado Nicolás Maduro, pareciera que a la oposición, oligarquía, mafia de Miami y aparatos de inteligencia de los Estados Unidos, les había llegado el momento de la arremetida final. Pensaron en el “ahora o nunca” y se lanzaron con TODO.
El guión no contenía muchos elementos nuevos, a no ser que había otros personajes —más actuales— involucrados en el asunto, como es el caso de Otto Raid y Roger Noriega, dos connotados funcionarios estadounidenses, vinculados a la CIA y de oscuros manejos contra muchas naciones latinoamericanas.
La Agencia Central de Inteligencia trazó las pautas y preparó las operaciones. Los mercenarios aparecieron, como otras veces, en algún que otro país centroamericano u otro estado vecino a Venezuela. Dinero había suficiente.
Para Washington, que ensayó en la década de los años 60 del pasado siglo todo tipo de ambiente desestabilizador contra Cuba —quema de cañaverales, alzamientos, atentados terroristas contra buques en puerto cubano, asesinato de diplomáticos de la Isla y hasta una invasión—, ahora en Venezuela debía aprender de aquella amarga experiencia y poner énfasis, como lo hizo, en la “guerra mediática”.
Entonces acudió a la “involución ética” de muchos grandes medios, nacionales y foráneos, tan dañinos como la CIA misma.
En el caso venezolano se contaba y cuenta con una poderosa maquinaria de prensa al servicio de la oligarquía, que —desde adentro— se ha encargado de envenenar el escenario, distorsionar la verdad, repetir las mentiras, y hasta usar la antiética como constante en artículos de grandes diarios y programas estelares de la televisión.
Se ha vivido por estos días, semanas y meses, una verdadera inmundicia mediática que mucho ha contribuido a confundir al pueblo y a crear ambientes enrarecidos en un país donde su actual dirección se ha propuesto, en primer lugar, lograr la estabilidad, la paz, paz, paz, repetida una y mil veces por Chávez y por el presiente electo Nicolás Maduro.
Es como si esa prensa pudiera borrar de una sola vez una obra reconocida, no solo por el pueblo bolivariano, sino por Estados e instituciones allende los mares.
El centro de la ambición de la oposición oligárquica es el petróleo. Su plan es privatizar PDVSA, echando abajo la maravillosa obra de Chávez cuando el gobierno retomó el control de la empresa petrolera nacional, y destinó esos recursos a construir infraestructuras que hacían falta e invertir en servicios sociales que se necesitaban con urgencia.
De esa forma, en la última década el gobierno pudo aumentar el gasto social en un 60,6%, (772 000 millones de dólares).
Igualmente Venezuela redujo la desigualdad en un 54% y la pobreza en un 44%, con 20 millones de personas beneficiadas por los programas y Misiones.
Datos del  pasado año reflejaban que 2,1 millones de personas mayores han recibido pensiones de vejez.
Respecto a la educación, la UNESCO ha reconocido que Venezuela está libre de analfabetismo y que es el tercer país de la región cuya población en mayor medida lee. Cuenta con un sistema completo de educación gratuita; el 72% de los niños menores de 5 años asisten a guarderías públicas, el 85% de los niños en edad escolar asisten a la escuela, y hay miles de escuelas nuevas o restauradas (entre las que se incluyen 10 nuevas universidades).
Para que se tenga una idea de los avances sociales logrados en el país bolivariano, la mortalidad infantil se redujo de 25 por 1.000 (1990) a sólo 13 por 1.000 (2010). Mientras en 1998, había 18 médicos por 10 000 habitantes, hoy hay 58; y si los  gobiernos anteriores construyeron 5.081 clínicas a lo largo de cuatro décadas, en tan sólo 13 años el Gobierno Bolivariano construyó 13 721 (un crecimiento del 169,6%).
La Misión Barrio Adentro, ha salvado aproximadamente 1,4 millones de vidas; mientras el programa de atención oftalmológica “Misión Milagro” ha devuelto la vista a más de 1,5 millones de venezolanos.
Una obra social de extraordinario impacto ha sido la construcción de 250 000 viviendas en algo más de un año, luego de la afectación climática del año 2011 que dejó 100 000 personas sin hogar.
Mientras en Europa y Estados Unidos los índices de desempleo crecen a niveles récords, la Revolución Bolivariana redujo el desempleo del 11,3% al 7.7% en los últimos diez años.
Ahora bien, la victoria de Nicolás Maduro, tiene más valor cuando se sabe que el Programa de la Patria, es decir la Revolución Bolivariana de Hugo Chávez, fue y sigue siendo blanco directo de la administración norteamericana.
Estados Unidos reconoce que desde 2002, canalizó 100 millones de dólares a los grupos de oposición en Venezuela y ha distribuido tan sólo en este año electoral entre 40 y 50 millones de dólares.
Es decir, el imperio y sus servidores de la oligarquía venezolana se lo han jugado todo a derrocar la Revolución Bolivariana y, estoy seguro, aun con 17 derrotas electorales, seguirán apostando a destruirla, con o sin Capriles, pero con la involución ética como bandera.
15.4.2013

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