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Inutilidad del G-7

13 de junio de 2018

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La presunta ruptura entre Estados Unidos y los otros seis integrantes del G-7 no es más que una pequeña tormenta en un vaso de agua, comparado con el fracaso y la inutilidad de un organismo en el que el egoísmo de intereses encontrados llega incluso a perjudicar las economías de los siete países desarrollados allí agrupados: el propio EE.UU., Canadá, Japón, Alemania, Francia, Gran Bretaña e Italia.

El exceso de dejar hacer a Estados Unidos lo que quiere con el resto de la entidad ha perjudicado indudablemente la economía general, principalmente desde que expulsaron a Moscú, luego que el pueblo de la península de Crimea decidió regresar a la Federación Rusa.

Sanciones tras sanciones norteamericanos han tenido que ser seguidas por sus aliados, cuyas economías se ven perjudicadas en este contexto, en el que, incluso, fueron suspendidos jugosos contratos de compañías francesas y alemanas con las rusas.

Pero, realmente, ya el G-7 había pasado al campo de la inutilidad, desde que Estados Unidos y sus aliados europeos de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) fracasaron estrepitosamente en sus planes bélicos en Iraq y Afganistán, que luego se han extendido a Siria, en una situación en que se aferran al exterminio del pueblo sirio, a manera de “compensación”, mientras protegen y vuelven a organizar y armar a las golpeadas huestes mercenarias y terroristas del Estado Islámico.

Para colmo, Trump, jefe de grupo, no pudo salirse con la suya, al intentar socavar con su práctica proteccionista la de libre comercio de sus socios, en una situación en la que se puede decir vulgarmente “saco chaqueta” con el joven premier canadiense, Justin Trudeau.

El afán estadounidense de imponer sus puntos de vista llegó a la también poderosa Alemania, a la que amenazó con imponer altos aranceles a sus autos en el mercado norteamericano.

El desbarajuste creado por Trump también afectó al Tratado de Libre Comercio que tiene EE.UU. con México y Canadá, cuando el mandatario norteamericano intentó incluir una cláusula de vencimiento, contradiciéndose con lo que había expresado con anterioridad.

En fin, no pudieron solucionar el conflicto actual que mantienen, el G-7 se acerca cada vez más a la inoperancia, por no decir su muerte; en tanto se rechazaba el intento de Trump de volver a incluir a Rusia en el grupo –esgrimiendo los “pudorosos” detractores la situación de Crimea–, cuando EE.UU. seguía sancionando a Moscú y el presidente ruso, Vladimir Putin, ya ha dicho varias veces que no regresaría por nada del mundo a un organismo que ya está medio muerto.

Exabruptos de Trump fueron pasados por alto, para no crear un cisma mayor, pero Trudeau no se conformó en recibir los insultos del susodicho, quien lo había calificado de vacilante y débil, además de deshonesto, en una reunión que tuvo como escenario una tranquila población del Quebec canadiense.

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