ribbon

Intocables siguen impunes

4 de junio de 2019

|

 

Ni la tímida decisión de Donald Trump de que los frascos de medicinas tengan el precio oficial en sus envases ha sido cumplida hasta el momento, ni nadie del establishment  se ha preocupado en nada para disminuir los costos en el área de salud, desoyendo las reclamaciones de más de 40 estados en ese sentido, en las que se acusa a las compañías farmacéuticas de inflar exageradamente los precios de los medicamentos.

Pagar el costo de la atención médica en general es sentirse víctima de un robo que hasta ahora ha quedado impune, pienso que porque todo el aparato montado al respecto contribuye a las campañas electorales, además de tener a lobistas bien pagados en los cuerpos legislativos.

A pesar de sus avances y descubrimientos, la atención médica en Estados Unidos es extremadamente más cara que en otras naciones con igual desarrollo socioeconómico.

A ello se añade que abundan los casos en los que muchas personas de pocos recursos fallecen por falta de atención médica adecuada en los propios hospitales, y no me extrañaría que una de las posibles causas de suicidio pudiera ser la imposibilidad de pagar las altas facturas al respecto.

Un ejemplo muy difundido fue el caso de aquella mujer que el metro de Boston le atrapó una pierna, y ella, en vez de gritar de dolor, pidió que no le trajeran una ambulancia, que sólo con llevarla al hospital le costaría 3 000 dólares y no tenía como pagarlos.

También existe el caso de una familia surcoreana que visitó a Estados Unidos, y solo porque su bebé fue atendido durante 20 minutos y se le suministró un jarabe en un hospital de San  Francisco, recibió al regreso a su país una carta con una factura médica ascendente a más de 18 000 dólares.

 

Riesgo de muerte

Durante años, organizaciones civiles han denunciado que el estratosférico precio de los medicamentos en Estados Unidos está dejando a millones de personas en riesgo de muerte.

Según un análisis de la Fundación Kaiser Family, unos 27 millones de estadounidenses no tienen o no pueden costear un seguro de salud, por lo que, generalmente, tendrán que pagar de su bolsillo el valor de las medicinas de prescripción.

Pero si bien cerca del 90% de la población tiene seguros médicos, que cubren gran parte del costo, esto no implica que los enfermos estén exentos de los pagos. Es decir, además de pagar unos 200 dólares mensuales, no se cubre el costo de medicinas caras, por citar un ejemplo.

De hecho, el precio final que se debe pagar en las farmacias –los llamados deducibles y copagos– hace que muchos opten por no comprar sus medicinas, viajen al extranjero para adquirirlas o tomen una dosis menor a la indicada.

Según los voceros de la delincuencia con bata blanca, los precios se justifican en buena medida por los gastos para la innovación y los estudios que realizan las farmacéuticas. “La ciencia que tiene lugar en los laboratorios biofarmacéuticos en todo el país se habría considerado ciencia ficción hace diez años”, alegan.

Sin embargo, una investigación de la Universidad de Pittsburg sugiere que los aumentos de los precios anuales de los medicamentos en Estados Unidos no se dan solo en tratamientos de última generación, sino en algunos que llevan décadas en el mercado.

Es cierto que en los medicamentos más novedosos sí hay innovación, pero en los medicamentos de marca de toda la vida, nada justifica esa subida de precios todos los años, después de que llegan al mercado,

Un ejemplo son las insulinas, que fueron descubiertas hace muchísimos años y las que tenemos ahora están en el mercado desde hace más de 15 años. Pues bien, han subido el precio en más del 30%. Es difícil pensar en otros productos que hayan experimentado una inflación tan grande.

Ello revela la gravedad del sistema fragmentado de salud en Estados Unidos, incomparable con el sistema de gratuidad  para toda la población en Cuba, una pequeña nación en desarrollo bloqueada, pero sí con otras naciones avanzadas económicamente, donde existe un sistema sanitario nacional que cubre a la mayoría de los pacientes y por lo tanto, abarca la venta de la mayoría de los medicamentos…

Eso significa que las autoridades tienen poder para negociar precios, dado que todas las ventas pasan a través de ellas.

En EE.UU. la historia es diferente: hay seguros federales, estatales y privados y en todos los casos hay entidades que las encargadas de negociar con las farmacéuticas el precio de las medicinas para los seguros.

Esto hace que la aseguradora subcontrata otra para los medicamentos haciéndolo todo muy complejo y opaco, en el que no se sabe cuánto de los descuentos se está robando cada uno.

Y esto es sólo una parte del problema, recogido en el programa de un posible aspirante presidencial demócrata, Bernie Sanders, quien pretende que la salud y la educación sean gratuitas en Estados Unidos.

Comentarios