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Insuflando el aborto del terrorismo

22 de diciembre de 2020

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Mientras el presidente norteamericano, Donald Trump, en su aparente último estertor, proclama que su gobierno fue el que destruyó al Estado Islámico (EI), las células de este ente del terror se han vuelto a multiplicar, mientras que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) mantiene un ejército de más de 15 000 informantes infiltrados en las comunidades musulmanas para incitar y coaccionar a los jóvenes impresionables y desmoralizados para que se impliquen en unos fabricados “complots terroristas” completamente ilógicos y condenados a fracasar.
Es decir, no “desmaya” ni un segundo el complot imperial, tan cruel como la descuidada por Trump epidemia del nuevo coronavirus que enluta al propio EE.UU. y al resto del mundo, mientras el EI se repone y se expande otra vez por el Medio Oriente, luego de haber recibido fuertes golpes en Siria.
El se presenta en zonas donde incide el ejército norteamericano, que lo organiza, arma y pertrecha, junto a Israel, al que nunca ha atacado, para moverse por tierras afganas, incursionar en Siria y realizar atentados en Iraq y el Líbano, al tiempo que reitera propagandísticamente su ambición de crear un califato.
Los refugiados palestinos siguen siendo otro punto de mira, objetivo que es también de los cientos de canadienses, estadounidenses, australianos y europeos que se han unido a los militares israelíes en los últimos años para participar en el asesinato de miles de inocentes civiles, la destrucción masiva de la propiedad de esta gente y otros crímenes de guerra y contra la humanidad.
Ello forma parte de una campaña del miedo que trata de impedir a toda costa la reconstrucción de Siria.
Los gobiernos de Estados Unidos, Australia, Canadá, Reino Unido, Francia, Alemania y otros muchos han tratado de crear la falsa ilusión de Occidente está tratando de impedir que la gente se una de nuevo al EI, para justificar el creciente estado de vigilancia en Occidente.
El ABC News informa que más de 2 000 occidentales se encuentran en las filas de los terroristas. Aunque, según el reporte, la mayoría de estas personas pertenecen a las comunidades de inmigrantes, se puede ver también un gran número de occidentales que se han convertido al islam y se han unido al EI y otros grupos terroristas, como las Fuerzas Democráticas Sirias, que siguen intentando derrocar al gobierno de Damasco.
Teniendo en cuenta el alto nivel de vigilancia y seguimiento que las agencias de seguridad occidentales ejercen sobre las comunidades musulmanas, es increíble que todos estos individuos simplemente hayan evadido la inteligencia occidental, que lo ve todo, que incluye la red “Cinco Ojos”, formado el espionaje de EE.UU., Canadá, Reino Unido, Nueva Zelanda y Australia.
Los enormes recursos de las agencias de espionaje de estos países, junto con la exploración de datos de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA), hacen difícil creer que han sido incapaces de rastrear e intervenir antes de que un ciudadano occidental saliera de su país para unirse a algo que le han disfrazado como una guerra sagrada contra los adversarios del régimen de Israel en Siria, Iraq y otras partes del Medio Oriente.

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