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Insuficiente

28 de noviembre de 2018

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Independientemente del sesgo político, económico y social que los aires de la derecha fascista están haciendo predominar en Latinoamérica, se observa en general el poco apoyo a las fuentes renovables de energía, cuestión existente en el resto del planeta, a pesar del impuso dado en China y el modesto esfuerzo en esta Isla, acuciada por la incertidumbre propiciada por la agresividad del Imperio.

Se mantiene vigente el estudiado augurio de que el mundo aumentará en 30% el consumo de energía de aquí al 2040 y las tres cuartas partes de esa demanda serán suministradas por combustibles fósiles.

Las fuentes renovables para esa fecha cubrirán apenas una cuarta parte de las necesidades energéticas globales y los acuerdos para combatir el cambio climático, boicoteados por la actual administración norteamericana, no lograrán contener las emisiones de gases de efecto invernadero, a pesar de ciertos estudios sospechosos de haber sido manipulados que afirman lo contrario.

Y es porque a pesar de la creciente amenaza contra la vida del planeta, el mundo sigue invirtiendo mucho más en combustibles fósiles que renovables.

Sólo para mantener el abastecimiento actual hacen falta inversiones por un monto superior a los 600 000 millones de dólares anuales, además de los subsidios, que puede ser una cifra superior, en tanto lo renovable apenas alcanza una séptima parte de ese total.

Lo increíble de todo esto es que los medios de difusión controlados por el imperialismo hacen creer que hay un gran avance de las energías renovables, y si usted repasa las noticias que llegan observará que se habla de nuevos proyectos, tecnologías, instalaciones, etcétera, pero, en realidad, representa muy poco en esta esfera tan sensible.

Retomando el problema en América Latina, esta tampoco escapa a esta dinámica donde la participación de las energías renovable  progresa muy poco, no obstante la consolidada participación de la hidroelectricidad desde hace varias décadas.

Las llamadas modernas energías renovables –especialmenrte la solar y la eólica– tienen muy poca participación en el aumento de la demanda.

Hoy por hoy, América Latina produce casi el 30% del total mundial de biocombustibles, la mayor parte en Brasil, que es también el principal consumidor.

Mientras el crecimiento de la energía eólica ha sido el resultado de un conjunto de diversas políticas que han aplicado los países de la región, el desarrollo de los biocombustibles fue posible gracias a las normativas que obligan al “corte” o mezcla de los combustibles tradicionales.

No obstante algunos esfuerzos, los cambios políticos en Latinoamérica –no para bien– consolidan el avance de las energías fósiles sobre las renovables, cuya suma total en la matriz energética sigue siendo escasa: se mantener la participación de un 22% de la hidráulica y un 3%% entre la eólica, solar y geotérmica.

Independientemente de los mencionados cambios políticos, en la región se sigue hablando de altas metas de energías renovables, sobresaliendo los casos de Uruguay y Ecuador, pero en la práctica las mayores inversiones se concentran en la explotación y exploración de hidrocarburos, lo cual constata que el esfuerzo para preservar la vida del planeta en este importante aspecto es insuficiente.

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