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Inspiración pinochetista

12 de mayo de 2023

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No hace mucho se hablaba del nuevo auge de la izquierda en América Latina y la posibilidad de su influencia en gran parte del mundo.

Pero, realmente, sin el poder económico, financiero y mediático, todo en poder de la oligarquía, se ha hecho muy difícil su consolidación e incluso su mantención.

Chile es el más reciente ejemplo de ello, con unas elecciones para un evento constitucional que fue acaparado por la ultraderecha que quiere evitar el cambio en la Carta Magna creada por Augusto Pinochet, valiéndose principalmente de la apatía y el desencanto de la población ante el incumplimiento de promesas del gobernó nacional.

En Argentina aún se sienten las presiones de los macristas por acabar con el justicialismo que gobierna y sus fuertes aspiraciones para recuperar el poder, aunque sin el artífice que endeudó de por vida a la nación suramericana.

Aun el más sólido poder boliviano no logra salvarse de la perenne amenaza de los secesionistas, principalmente en el departamento de Santa Cruz, donde pululan jóvenes adoradores de la esvástica nazi.

Eso, por supuesto incide en la cada vez mayor penetración imperialista en la región, donde la Agencia Central de Inteligencia campea por sus respetos y controla gobiernos, como el actual interino peruano, e influenciar de una manera u otra en Ecuador, Uruguay y Paraguay.

Eterna amenaza sobre los gobiernos brasileño, argentino, venezolano, hondureño, salvadoreño y nicaragüense, que no siguen el dictado del Imperio, porque intentan de manera honrada, con sus propias características, lograr el bienestar de la población.

 

AUGUSTO EUROPEO

Si de alguna forma subsisten prácticas del régimen que encabezó Augusto Pinochet en Chile, hay que estudiar la influencia que mantiene en Europa, principalmente en Italia y España.

Ello se ha mantenido desde 1973 con el golpe a Salvador Allende, y se mantiene por la debilidad de las autoridades que debían combatir el fascismo.

Es decir, los hechos chilenos representaron una bisagra para la historia de la extrema derecha europea de los años ’70, ya que constituyó un posible escenario a que podría replicarse en países como Italia y España, donde hoy hay, respectivamente, el control de la ultraderecha de una amplia gama del poder y el avance de fuerzas con mayor control de la vida pública en ciudades y provincias de importancia.

Las redes de extrema derecha europeas han cooperado estrechamente con sus pares suramericanos principalmente con sus aparatos represivos, con las que compartían, y comparten, un acendrado sentimiento anticomunista.

Las derechas – en plural – compartieron un imaginario y un horizonte ideológico común durante la Guerra Fría que, más allá de los vínculos y de los contactos entre los distintos movimientos, consideraban que la democracia estaba “amenazada” por el comunismo.

Ciertamente, existen varias derechas, la conservadora, la radical y la extrema. Se podría agregar al menos otra de matriz liberal (con ramificaciones a la derecha y a la izquierda), que también hace parte de dicha familia.

Hay una frontera entre la derecha radical –que aun cuando opera en el marco de la democracia liberal rechaza la separación de poderes y la protección a las minorías- y la extrema derecha opuesta al régimen democrático, ambas partes del universo de la “ultraderecha”.

En este contexto se encuentra el gobierno que hoy controla el poder en Roma y las fuerzas fascistas encabezadas por VOX en España, que tiene verías amidaciones en América del Sur.

De esta manera, los neofascistas italianos y la extrema derecha española coincidieron en considerar al 11 de septiembre como una “lección”, proyectiva para los neofascistas, que intentaron combinar estrategias electorales y armadas (Italia), e incompleta desde la lectura de un franquismo duro que temía por su futuro.

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