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Insensibilidad ante la violencia

21 de diciembre de 2015

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El fenómeno del incremento de la violencia en los centros educativos ha adquirido desde los años setenta una magnitud apreciable en países como Estados Unidos, con fenómenos como las masacres que han conmocionado al mundo entero.
Por eso no es nada extraño decir violencia y pensar inmediatamente en Estados Unidos, tal es el grado de descomposición allí de las relaciones humanas.
El propio presidente Barack Obama reconoció virtualmente su inoperancia para solucionar el difícil problema, cuestión que se abordó recientemente en un programa de Multivisión de factura norteamericana, Los Negociadores, que trataba sobre la toma de rehenes de alumnos de high school por otros del mimo nivel, acción dirigida por un joven que durante meses atendió a su madre enferma de cáncer terminal.
El conmovedor relato solo representa uno de los diferentes episodios del mundo estudiantil, en el que la libre adquisición de armas –como en todo Estados Unidos– es algo imparable en un sistema que vive principalmente de la industria militar.

Preocupa, pero no se hace nada

La diaria violencia en el ámbito escolar es un fenómeno que sigue preocupando a las capas que aun quedan sanas en la sociedad norteamericana.
Cuando se aborda tal tema en los centros educativos o contextos escolares acude al imaginario colectivo situaciones de violencia cotidiana que en ellos se presenta, como ofensas verbales, agresiones físicas, malos tratos, discusiones, insultos, entre otros.
Pero existe otro tipo de violencia, menos visible que la anterior, pero que en su paso acarrea marginación, desesperanza y falta de oportunidades, convirtiéndose en una mano silente que atenta contra la esencia misma del ser humano: es este el caso de la institucional que proviene de las limitaciones estructurales que enfrenta el sistema educativo.
Alguna de sus manifestaciones pueden ser: la insuficiencia de infraestructura, especialmente en secundaria, que generan hacinamiento, carencia de zonas verdes y espacios recreativos; aulas pequeñas en comparación con el número de estudiantes; deterioro de los servicios sanitarios y ausencia de áreas para el deporte, entre otras, a pesar de que se vive en la nación más rica del planeta.
Además, generan situaciones de tensión que tienen a resolverse en forma violenta, como las de exclusión del sistema educativo, particularmente grave en el inicio del séptimo año; las relaciones de poder dentro de los centros y el marcado carácter autoritario.

Mirar más allá

Y es que cuando los muchachos manifiestan violencia, es necesario mirar más allá y ver qué está pasando por sus mentes y corazones, en sus casas, en sus comunidades, en sus patrones de crianza.
Hay que trabajar con los padres y las madres, atender las dificultades y necesidades de los niños y adolescentes, promover soluciones efectivas a los conflictos; es decir, hay que trabajar de manera integral en la prevención de la violencia en los diferentes niveles y manifestaciones, y evitar reaccionar con fórmulas que violan derechos humanos y lesionan la dignidad.
Es necesario generar políticas públicas que promuevan la inclusión social, que garanticen mayor y mejor acceso y oportunidades para todos. Esto es educación. Solo por esta vía se avanza en la prevención de la violencia doméstica, la violencia juvenil, la xenofobia y demás violencias de las que niños y adolescentes son las principales víctimas.
Pero todo esto se convierte en letra muerta en una sociedad como la norteamericana, donde el matonismo (bulling en inglés) se expande cada vez más en las escuelas, donde confluyen todos los problemas y tensiones de la sociedad. Por lo menos, el 70% de los centros estadounidense han sufrido los embates entre educandos armados con armas de fuego o blanca, siendo los profesores uno de sus objetivos principales.
Lo más grave de todo esto es que la violencia en las instituciones escolares crea un clima soterrado que poco a poco se va extendiendo, insensibilizando a muchos otros ante las conductas agresivas.
Así les sucedió a los “cuatro de Nueva York” en la afamada serie televisiva cómica norteamericana Seinfeld, que también Multivisión acaba de ofrecer recientemente en reposición.
Y amigo lector, ¿esto no les recuerda las acciones agresivas del imperialismo norteamericano siempre sobre naciones más débiles, burlándose de una opinión pública mundial que solo se exterioriza en casos muy puntuales, cuando creen que sus intereses pudieran salir lastimados, como pasó con la agresión a Vietnam?

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