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Infeliz coincidencia…

11 de enero de 2022

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Este lunes 10 de enero, asumió un nuevo período como presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra.

Su elección, democrática y transparente, que se realizó el pasado 7 de noviembre,  fue supervisada por decenas de instituciones y funcionarios internacionales, donde obtuvo el 75,92% de las boletas favorables, datos confirmados por el Consejo Nacional Electoral (CNE).

De acuerdo con el informe del CNE, Ortega se impuso frente a los otros cinco candidatos.

Pero, ni a Estados Unidos, ni a la OEA, ni a la Unión Europea, les interesan estas formas con las que los pueblos elijen a sus dirigentes y por tanto, declararon, inclusive antes de la votación que las mismas no eran legales.

Tras el triunfo del líder sandinista, una infeliz coincidencia —como siempre— ha tratado de imponer una matriz mediática, basada en la mentira y la abierta intromisión en los asuntos internos del país centroamericano.

El presidente Joe Biden, sin fundamentación alguna, se apresuró —antes de que se conociera el resultado— a calificar el ejercicio electoral como «ni libre, ni justo».

La Unión Europea, caja de resonancia de lo que digan en Washington, aseguró que las elecciones en Nicaragua «carecen de legitimidad» e, incluso, el gobierno español —la ex metrópoli colonial— calificó los comicios como una «burla».

La OEA y su secretario general, Luis Almagro, no se podían quedar atrás y copiaron el guión de Biden por lo que calificaron al ejercicio electoral nicaragüense  y sus resultados de «no tener legitimidad democrática, no fueron ni libres, ni justos, ni transparentes».

Entonces, ya impuesta la matriz mediática fabricada por estos tres actores —Washington, Unión Europea y la OEA—, vino la otra arremetida, más práctica: las sanciones.

Este 10 de enero, cuando en la Plaza de la Revolución en Managua, Daniel Ortega asumía ante su pueblo y el mundo un nuevo período presidencial, en la fría Europa, la UE,  daba a conocer la aprobación de nuevas sanciones contra esa nación.

Como argumento poco serio y nada ético, se dijo que los Estados miembros de la Unión ratificaron las sanciones al considerar que las personas y las entidades afectadas cometieron «serias violaciones contra los derechos humanos» y apoyaron las elecciones «fraudulentas» del pasado mes de noviembre.

No sé si en el caso de Estados Unidos aún queden personas e instituciones nicaragüenses por sancionar, porque las listas salidas del departamento de Estado o del Tesoro, ya se apilan en un voluminoso file.

La agencia española de prensa, EFE, caracterizada por llevar la delantera en eso de divulgar todos los improperios y mentiras que los gobiernos estadounidenses y de la Unión Europea inventan contra las naciones libres de América Latina, ha continuado «reportando» cada paso que den estos tres infelices componentes del acontecer internacional.

Es posible entonces que muy poco o nada se divulgue sobre el acto de investidura de Daniel Ortega este lunes 10 de enero, ni de la presencia en Managua de decenas de delegaciones gubernamentales de países de la región y el mundo, todos respetuosos y no injerencistas en los asuntos internos de la nación centroamericana.

Allí estuvo el presidente cubano, Miguel Díaz Canel, portador del reconocimiento, la admiración y el respeto de nuestro pueblo, para con Daniel Ortega, elegido democráticamente como conductor de los destinos de su país.

La actitud de Estados Unidos, la Unión Europea y la OEA, no es más que una infeliz coincidencia de una política viciada, injerencista y ajena totalmente a la verdadera democracia, la que ejercen nuestros pueblos.

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