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Indignados al Parlamento Europeo

30 de mayo de 2014

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Independientemente de que muchos le achacan poca utilidad práctica y otros alegan su elevado costo y pocos resultados en beneficio de los pueblos del Viejo Continente, no cabe duda de que el Parlamento Europeo ha servido, al menos, para medir la temperatura política de Europa cada cierto tiempo, sobre todo en los momentos electorales cuando en cada uno de los países que lo integran celebran las elecciones correspondientes para ocupar proporcionalmente sus escaños.

Tal es el caso de los comicios recién efectuados en el seno de los 28 países que actualmente forman la Unión Europea y que en los momentos de profunda crisis económica y social como los que atraviesa Europa, todos consideraban que pudieran observarse como un aceptable indicador de la situación en su conjunto y al interior de cada nación, como efectivamente sucedió.

Han proliferado los análisis acerca de los resultados  electorales del Parlamento Europeo, tanto en ese continente como en el resto del mundo y, con mayor o menor precisión, se produjeron los cambios inevitables que ya eran anticipados por algunos analistas, como los avances de la extrema derecha en Francia y Gran Bretaña. Tampoco fueron gran sorpresa la consolidación de la democracia cristiana en Alemania y un discreto avance de los socialistas, tanto allí mismo como en Portugal y en Suecia, y el rotundo éxito de la Izquierda Radical (SYRIZA) en Grecia.

Sin embargo, si de sorpresas se trata, la mayor de ellas se produjo en España, donde la recién constituida organización Podemos, -creada hace escasos cuatro meses y sin los recursos empleados en las campañas millonarias,- recibió más de un millón 200 mil votos y se convirtió de un salto en la cuarta fuerza electoral del país, -con cinco diputados al Parlamento Europeo,- y la tercera fuerza en Madrid y otras regiones.

Por supuesto, Podemos no acaba de partir de cero. Recordemos que hace tres años estalló en España el pujante y espontáneo movimiento de “los indignados”, que fue el amplio movimiento social de respuesta a la crisis y al que muchos señalaron entonces la falta de una dirección política que le diera organización, cohesión y sistematicidad.

Pues bien, parece que esa dirección surgió y trabajó silenciosamente durante la etapa reciente hasta lograr estos resultados, mientras que la crisis en España se extiende y profundiza, crecen el descontento y la decepción hacia el gobierno y el PSOE y aumentan las posibilidades para el surgimiento de una nueva “fuerza, sin complicidad con el pasado, y apoyándose en “los indignados”.

Se dice que Podemos cuenta con una dirección colectiva pero evidentemente, le ha surgido un líder carismático que encabezó las votaciones: es el joven profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Pablo Iglesias, quien a pesar de su juventud es ya un veterano de las luchas sociales y ha ganado visibilidad como participante frecuente en debates por televisión.

Procede una familia socialista, militó anteriormente en la Juventud Comunista y su llamativo nombre coincide con el fundador del socialismo español, -Pablo Iglesias,- respetada figura en su país y dentro del socialismo mundial.

Gran expectativa  se abre ahora dentro de la política española con esta aparición de Podemos y sus perspectivas que, al menos en esta ocasión, parecen haber golpeado con fuerza al bipartidismo tradicional.

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