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Imposiciones y escasos avances

12 de enero de 2018

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Entre los objetivos contra los cuales el presidente estadounidense Donald Trump ha arremetido, está el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) suscrito en 1994 entre Estados Unidos, México y Canadá.

Más que romper un documento, la clara intención del magante inmobiliario es la de presionar a sus vecinos, principalmente a los aztecas y obligarlos a hacer concesiones –aún más– como si no le bastara con la humillación de que fue objeto México cuando Estados Unidos le arrebató la mitad de su territorio.

El próximo 28 de enero, en Canadá, habrá una nueva ronda de negociaciones antecedida de otras cinco en las que se reportaron pocos avances.

De acuerdo con despachos de prensa, la renegociación y modernización del TLCAN, publicado en octubre pasado, refleja que  el panorama del proceso es “incierto”, pues “parece haber temas clave de diferencia en asuntos mayores, incluyendo reglas de origen, la revisión del mecanismo de resolución de controversias, derechos laborales, ambiente y el papel del TLCAN en el déficit comercial trilateral”.

Las conversaciones hasta hoy han estado impregnadas de posturas e imposiciones estadounidenses difíciles de aceptar por sus interlocutores.

Según Arturo Huerta, académico de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional Autónoma de México, Estados Unidos sigue con sus planteamientos encaminados a reducir el déficit comercial con México y Canadá. La cuestión es que ambos países  no están aceptando esas posturas.

Lo peor, señala el académico, es que México va a tener que ceder con tal de que Estados Unidos no se retire del Tratado, porque es muy importante el acuerdo trilateral para poder mantener las exportaciones hacia el país vecino.

Mientras Estados Unidos concentra su estrategia en cuestiones proteccionistas para favorecer solo sus intereses, Canadá se centra en la inclusión de estándares laborales, ambientales y de género, mayor flujo migratorio, pueblos indígenas, la revisión del mecanismo de resolución de diferencias y un mercado de compras gubernamentales más abierto.

Citado por la agencia IPS, Steve Suppan, analista del estadounidense Instituto para las Políticas Agrícolas y Comerciales,  el nuevo TLCAN implicará la entrada de organismos genéticamente modificados y productos de biología sintética, una tecnología basada en el recorte de genes sin necesidad de inyectarlos de otros organismos.

“Estados Unidos ha decidido no regular granos y hortalizas diseñados con nuevas técnicas” y que ingresarían en el Tratado, dijo el citado especialista a IPS desde la sede del Instituto en la ciudad estadounidense de Minneapolis.

Mientras, México prioriza la manufactura automotriz, la maquila de exportación, (producción y ensamblaje para terceros, libre de impuestos, del sector textil, maquinaria y electrodomésticos), la agro-exportación y los servicios financieros.

Hasta hoy, los mayores perdedores por el Tratado son los sectores de la pequeña agricultura –incluida la tradicional del maíz y el frijol, parte de la dieta básica mexicana– y el sector alimentario en general.

El TLCAN impulsó de hecho la dependencia comercial de México con su vecino, con quien el intercambio equivale a más del 80 por ciento de sus ventas externas totales, mientras que el flujo con Canadá suma aproximadamente cinco por ciento, precisa IPS.

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