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Huída de Chapo Guzmán: Preguntas y más preguntas

17 de julio de 2015

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Películas de ficción, novelas de cualquier hechura, cuentos de horror y misterio, todo se queda corto cuando se trata de explicar —si es que se puede— la fuga del más poderoso narcotraficante del mundo, Joaquín “El Chapo” Guzmán, desde la prisión de máxima seguridad del Antiplano I, en el centro de México.
La lógica —una vez más— conduce al dinero a la hora de encontrar los factores que propiciaron la espectacular escapada a través de un túnel de un kilómetro y medio desde el pequeño espacio de la ducha en la diminuta celda hasta una vivienda en pleno campo cercano al recinto penal.
Preparar y ejecutar esa acción requirió de dinero, mucho dinero para sobornar personas, comprar celadores, y garantizar la perfecta construcción del túnel que permitió que el reo recorriera la distancia en una motocicleta especialmente adaptada a la operación.
Luego, ya salido de aquel agujero, El Chapo necesitó un operativo especial, que lo moviera desde el lugar hasta otro u otros, donde pudiera esconderse sin que quienes lo persiguen puedan dar con él.
Y todo eso cuesta cifras millonarias de dinero, algo que no es un problema para quien está considerado el más acaudalado narcotraficante.
El convicto, ahora prófugo nuevamente de la justicia, lleva sobre sus espaldas una treintena de acusaciones y miles de muertes, ya sea por su acción directa o por la de sus hombres del Cártel de Sinaloa, seguramente los mismos que prepararon y ejecutaron esta segunda evasión de prisiones mexicanas.
Testimonios de policías publicados por la prensa local tras la captura de El Chapo en febrero del 2014, apuntaban que el capo está vinculado directamente con al menos 3 000 muertes.
A su vez, el Cartel de Sinaloa, que dirige junto con Ismael “El Mayo” Zambada, es presunto responsable del 67 % de las 45 000 muertes que dejó la guerra de grupos criminales en México, reveló esta semana el historiador Héctor Aguilar Camín en un artículo en el diario Milenio, citado por AFP.
Cuando fue capturado por primera vez pudo ser mantenido en prisión por 8 años, hasta que logró escapar en 2001 del penal de Puente Grande, en el estado de Jalisco, oeste de México. En esa oportunidad no fue necesario el túnel y demás andamiaje, ya que El Chapo utilizó un carrito de lavandería que alguien le facilitó en su propia celda a cambio de una buena suma de dinero, como es lógico.
Fue recapturado hace apenas año y medio y ahora escenificó su espectacular fuga desde una cárcel que, entre otras cualidades tiene la de ser un laberinto de concreto y metal y 17 imponentes puertas eléctricas de hierro antes de llegar al calabozo numero 20, el último de los asignados a los más temibles criminales.
Para llegar a su celda hay que pasar por múltiples filtros de vigilancia entre fríos corredores, y atravesar las puertas de hierro que sólo pueden ser abiertas de manera electrónica por custodios que vigilan desde casetas de vidrio y autorizan el paso solo con previa identificación en mano.
La acción, al margen de su carácter espectacular, abre muchas interrogantes ante la opinión pública mexicana y mundial.
¿Qué tiempo necesitaron sus colaboradores para construir el túnel y hacerlo con la dirección requerida para llegar hasta su celda?
¿Cuántas miles de toneladas de tierra, piedra y otros materiales fueron sacados por excavadoras de un subterráneo que se construyó a 19 metros de profundidad?
¿Cuántas personas, dentro y fuera del penal, fueron involucradas en esta huída?
¿Cuánto dinero necesitó El Chapo para comprar guardias, vecinos y demás colaboradores en esta audaz acción?
¿Falló toda la técnica montada en el penal y que supuestamente vigilaba al reo las 24 horas del día? ¿Fallaron las cámaras de seguridad? ¿Fallaron los sistemas exteriores de vigilancia que no pudieron advertir en año y medio la ejecución de un plan que, por supuesto requirió muchos recursos, que eran imposibles mover a mano y por tanto se tuvo que utilizar mucha transportación pesada para sacar del lugar los materiales extraídos de las entrañas de la tierra?
El caso es que las preguntas son muchas y vuelve México a estar en la palestra pública debido a hechos que pueden tener muchas lecturas, pero que sin dudas, muestran una cara donde las manchas fundamentales conducen a la falta de control en las medidas de seguridad nacional, que una vez más es sacudida por la burla de acciones como la de la huída de El Chapo Guzmán de una cárcel de “alta” seguridad.

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