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Hueso duro de roer

19 de enero de 2024

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Muchos, muchos años de lucha ha soportado estoicamente y sin retroceder el pueblo huti que habita Yemen y cuyo gobierno controla la mayor parte del país y es el único en el mundo que hasta ahora ha salido en defensa armada de la población palestina víctima de genocidio por Israel en la Franja de Gaza.

En su estoico empeño, los huties han estado bloqueando a los barcos que comercian con Israel, con el fin de afectar la economía del invasor y el cruce por el Mar Rojo, lo cual ha hecho que Estados Unidos -el principal apoyo de los genocidas- y su cómplice británico hayan comenzado a bombardear su territorio, adentrándose en otra guerra en el Medio Oriente.

Por otra parte, usar el bloqueo económico con fines políticos no es algo que haya inventado Yemen, es exactamente lo que buscan las sanciones occidentales contra múltiples países en el mundo.

Porque la otra cosa en común que suelen tener los países que son sancionados es que han implementado políticas autónomas a los intereses de los socios del Atlántico Norte, y esas medidas –no por casualidad llamadas “coercitivas”– buscan revertir estas políticas para que beneficien los intereses de EE.UU. y sus aliados.

Una vez planteada la hipocresía de denunciar el medio que han decidido utilizar los yemenitas en sus acciones de respuesta ante el genocidio en Gaza, quizás nos debamos centrar en buscar las diferencias en la finalidad, que son notables.

Como era de prever, EE.UU. usó la aprobación de la resolución en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas de condena a las acciones de Yemen contra los buques vinculados con Israel en el Mar Rojo para justificar el inicio de una operación militar de carácter internacional en la zona. En un primer momento se unieron a esta causa Reino Unido, Australia, Países Bajos y Bahréin.

El ataque de EE.UU. y Reino Unido contra los rebeldes hutíes de Yemen ha abierto un nuevo flanco militar en una guerra que será más explosiva que cualquier otro frente del año pasado. Hace tiempo, un historiador militar recordó que “nunca se debe luchar contra los afganos, los kurdos y los yemenitas”, y desde entonces la vida ha demostrado más de una vez la pertinencia de este consejo.

 

CAYENDO EN LA TRAMPA

Para la excanciller austriaca Karin Kneissi “Washington y Londres han caído en una trampa evidente. Y ya no depende de ellos decidir cómo saldrán de allí”.

Sostiene, según AP, que el ataque de EE.UU. y Reino Unido contra los rebeldes hutíes de Yemen ha abierto un nuevo flanco militar en una guerra que será más explosiva que cualquier otro frente del año pasado.

“75 000 combatientes tribales afganos derrotaron a la OTAN en un solo día. El 15 de agosto del 2021, Kabul cayó a pesar de 20 años de presencia y fortalecimiento de las fuerzas de la OTAN en Afganistán”, pone como ejemplo la exfuncionaria, quien también destaca que el Ejército turco ha fracasado repetidamente en sus campañas contra los kurdos.

Y con respecto a los hutíes, en marzo del 2015, el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohamed bin Salmán, quien entonces se desempeñaba como ministro de Defensa, “tuvo la desafortunada idea de iniciar una guerra contra los yemenitas. Luego, los sauditas y sus aliados tardaron años de negociaciones para salir del atolladero de esta guerra”, recuerda Kneissl.

Ahora, Washington ha provocado otro peligroso enfrentamiento en Asia occidental, donde se localiza Yemen, la civilización más antigua de esta región del mundo. Yemen representa la cuna de la cultura árabe, de la lengua árabe clásica, y tiene poco en común con los supermercados en pleno desierto de los emiratos ricos en petróleo que se hallan en las costas orientales de la península arábiga.

Los hutíes —pertenecientes a la rama chiita del Islam— están estrechamente asociados con Irán. Por esta razón, al atacar a este movimiento, EE.UU. y Reino Unido se decidieron a un paso que, al parecer, trataban de evitar: un enfrentamiento abierto con Irán.

EE.UU. y Reino Unido llevaron a cabo un ataque agresivo y masivo con buques, submarinos y aviones de guerra contra Yemen. En respuesta, los hutíes advirtieron a Washington y Londres que “tendrán que prepararse para pagar un alto precio” y prometieron convertir a Yemen en el “cementerio de los estadounidenses”.

Además, en respuesta a los bombardeos occidentales, el Comité Político Supremo de las Fuerzas Armadas de los hutíes declaró que, “a partir de ahora, todo lo relacionado con los intereses de EE.UU. y Reino Unido se convierte en un objetivo legítimo”.

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